martes, 2 de marzo de 2010

El arte de construir

Aurore Valade. El gran espejo. 2005 (Imagen tomada de www.photography-now.com)

Por desgracia sólo recientemente me enteré de la actual exposición que se presenta en la llamada Galería CONARTE, la colectiva intitulada Sinónimos y Singulares, una muestra de trabajos realizados por los egresados de la licenciatura en Lenguajes Audiovisuales con especialidad en Fotografía de la Facultad de Artes Visuales de la UANL. Muestra compuesta por 22 obras de 11 autores, todas del 2009, todas a color.



Como se ve la muestra es breve, aunque supone la incorporación de 11 nuevos especialistas en fotografía específicamente y en el empleo de imágenes. Quizás debido a su concentración académica es que sólo encuentro como constante de lo presentado, trabajos que caen dentro de la denominación de fotografía construida y/o manipulada.


La idea de alterar las imágenes es tan antigua como la propia fotografía y su historia está plagada de ejemplos de cómo los productores han trabajado en la subversión de las imágenes, o mejor dicho, en la violación del supuesto vínculo entre la fotografía y la “realidad”; hoy día, gracias a las facilidades que ofrece la imagen digital, su manipulación ha dejado de ser una meta —que en algunos casos llegaba a sorprender— para convertirse en una más de las herramientas con que cuentan los productores visuales.


Casi podría afirmarse lo mismo de la fotografía construida, es decir, que desde que el medio se fue autodefiniendo, hay trabajos (pienso en Oscar Riejlander) en los que, alejándose de los usos convencionales o más comunes, los fotógrafos han intervenido directa e intencionalmente sobre aquello que será fotografiado, en cuyo caso no sólo se altera, se vulnera, el vínculo que se menciona más arriba, sino que, contrariamente a lo esperado, se trata de dar realidad, objetividad, a lo irreal, a lo fantástico, a lo que no existiría de no ser por la participación del fotógrafo quien así pasa de ser actor pasivo a un auténtico creador.


Podríamos hablar, pues, de dos grandes tendencias dentro de la fotografía, ambas con la misma antigüedad y fama en sus representantes, por un lado la fotografía testimonial, la fotografía como documento que recoge, registra una porción, en tiempo y espacio, de la historia; sus imágenes, se espera, son incontrovertibles en tanto que representan un algo que está más allá del aparato, la cámara, y de su operador. La otra tendencia sería su opuesto o fotografía construida, en la que hay una intención explícita por hacer esa y ningún otra imagen y para ello es menester que intervenga directamente quien la registrará; el resultado es un énfasis en lo irreal, no objetivo, onírico o simple y sencillamente, imposible.


Curiosamente y muy posiblemente por una concepción limitada de la fotografía, se ha tendido a creer que son las imágenes manipuladas las que caen en el campo de las artes visuales, idea que parece confirmarse a través de una buena parte de la producción contemporánea tal y como se puede apreciar en esta muestra. En contraposición las fotografías testimoniales, documentales, no sólo estarían expulsadas del reino de las artes, sino que su apreciación se vería reducida al uso correcto de los elementos técnicos que hacen posible tanto su producción como su impresión y difusión.


Lamento no poder decir algo más de esta exposición respecto al concepto que aquí se ha expuesto, y no puedo porque desconozco si los trabajos que se presentan fueron creados a partir de una serie de condicionantes impuestas por necesidades académicas (uso del Photoshop con dos o más imágenes yuxtapuestas, formato, etc.), por lo que de ser así tendrían alguna justificación, aunque sobre sus resultados sólo los maestros responsables podrían pronunciarse; caso contrario, lo exhibido no sólo es breve sino pobre, limitado e incluso con un uso del recurso bastante cuestionable.


Ya sea que se trate de fotografías testimoniales o construidas me parece que lo importante son las razones por las que las que se producen y sus consecuencias y no lo objetivo o fantasioso que resulten ser, no la intervención del fotógrafo o su ausencia, lo que cada una de ellas dice es lo que termina por imponerse.
(Publicado originalmente por Milenio Diario).

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