No cabe duda que lo bien empieza bien acaba, y el MARCO puede concluir el año con satisfacción y que mejor manera de hacerlo que con una gran exposición: La lengua de Ernesto, del productor brasileño Ernesto Neto (1964-), inaugurada o puesta a disposición del respetable a partir del pasado 9 de diciembre.
Hablar de una exposición tan rica y extensa (se trata de una retrospectiva que va de 1987 a la fecha) es prácticamente imposible en un espacio tan breve como este, por tanto intentaré tratar puntualmente tres aspectos.
Uno. Viendo exposiciones como esta, o la de Anthony Gormley que también pudimos ver en MARCO, o incluso como la de Ron Mueck (expuesta este año), no es difícil darse cuenta del grado de evolución que ha adquirido la escultura, nuevos materiales, otras dimensiones, desarrollos conceptuales y técnicas de construcción no le son ajenos, cambios que fue echando a andar desde la segunda mitad del siglo XIX y que ahora nos parecen tan naturales como extraordinarios. Si la escultura no ha tenido la misma crítica adversa que la pintura, se debe precisamente a esos cambios. Los trabajos que aquí vemos pues, son uno de los resultados a los que condujo el quehacer de Jean Arp, El Lissitsky, Naum Gabo o Marcel Duchamp.
Dos. Claes Oldenburg, al referirse a sus famosas esculturas blandas, decía que no conocía a un mejor creador de formas que la gravedad, y me parece que ante la obra de Neto no hay más que estar de acuerdo con el también escultor norteamericano. Pocas veces podremos ver una investigación tan consistente, consciente y constante sobre una materia y sus efectos como la que vemos en esta exposición.
La referencia a la gravedad y Oldenburg no son las únicas, lo mismo podríamos hablar de Mira Schendel o de Gego, de Tony Cragg o Toni Smith, la obra de Ernesto Neto es una suma de referencias, o si se prefiere es la adaptación, el concentrado de tendencias o coincidencias entre estos productores y el brasileño. Lo anterior no debe ser sorpresa pues esta ha sido la estrategia seguida en el Brasil desde 1928 cuando el poeta Oswaldo de Andrade publicó su famoso Manifiesto Antropófago. Andrade propone, para acceder a la Modernidad, que nos nutramos, que devoremos, que incorporemos, los principios, objetivos, medios y teorías, del arte moderno, para que una vez asimiladas por nuestro organismo podamos producir nuestro propio arte moderno, igual en esencia que aquél, pero diferente en su encarnación, en su adaptación a las tierras y talante americanos y más concretamente brasileños. Esta manera de proceder, profundamente enraizada en sus tradiciones, costumbres (de origen siempre cosmopolita) y raza (verdadera mezcla internacional), más una historia peculiar, hacen que en Brasil todo lo que se emprenda en términos culturales sea siempre y únicamente moderno en su tiempo o contemporáneo en el nuestro.
Tres. En lo personal, los trabajos gravitacionales de Neto que más me interesan son los de 1997, particularmente los que se encuentran en las salas de la planta baja, me parece que son el antecedente de los más grandes y espectaculares que se encuentran un piso arriba. En ellos es más evidente la preocupación de Neto por los efectos de la gravedad y la generación de formas que se obtienen cuando se le deja actuar sobre la materia.
Igualmente llaman más mi atención los dibujos que se incluyen en la muestra. Son especialmente interesantes los que realiza empleado hilo y cera; hay uno, Sin Título, del 2011 que representa un paralelogramo insinuado únicamente con cordeles y cuatro clavos sobre la pared que son los que dan su forma, esta pieza podría muy bien sintetizar la peculiar mirada de Neto y, por qué no, también su lengua; entre ambas se encuentran sus obras, unas que afanosamente buscan cumplir con aquello de que todo lo que sube tiene que bajar, otras tan delicadas y finas, que casi no existen, que son sólo sombra.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver tambien: www.artes2010.wordpress.com
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