Otro excelente ejemplo de la pintura de historia. En este caso la famosa Coronación de Napoleón que Jacques-Louis David pintara entre 1805 y 1808, un momento culminante para la histora de Francia, por supuesto, pero también de un periodo y de un estilo en pintura. Si de la obra de Leutze (ver más abajo) decíamos que representaba literalmente al gran estilo, David no deja lugar a dudas de que si un pintor se preciaba de ser maestro en su oficio debía vérselas con obras tan complejas como esta que vemos, no sólo por las implicaciones del tema sino por sus dimensiones reales que las asemejan a auténticos murales (la pintura de David mide 629 x 979 cms., la de Leutze 378.5 x 647.7 cms.). Es claro que el ánimo imperial de Napoléon está implícito en las dimensiones de este trabajo y sin embargo, la escala real del recien nombrado emperador lo sitúan en su verdadero nivel, detalle que no pudo haber pasado desapercibido para el pintor que quizás recordó, entonces, sus momentos de revolucionario.
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