A pesar de los escasos y rudimentarios vestigios que tenemos de la prehistoria de la región, de la falta de una conquista y virreinato ricos y fastuosos, y de un penoso inicio de la Modernidad, Nuevo León y su capital, Monterrey han sido testigos de que entre sus hijos, propios y adoptados, aparezcan escultores y buenos escultores por cierto.
Este es un buen ejemplo de ello. Una talla en madera, una India, de Fidias Elizondo, de 1931. Ejemplo también de lo que fueron las Escuelas de Talla Directa, fundadas por el propio Elizondo y que en conjunto con las de Pintura al Aire Libre, son la verdadera cimiente del arte Moderno en México.
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