José Garza, director de Publicaciones y de la Casa del Libro de la UANL, entre sus muchas virtudes tiene la de ser buen amigo, razón por la que me honró al invitarme a charlar, este pasado día 20, con otro gran amigo, Manuel Felguérez, con motivo de la inauguración de su muestra El espacio múltiple en la referida Casa del Libro.
De lo comentado en la charla no repetiré nada salvo la estrecha relación que esta serie tiene con nuestra ciudad. De la serie del Espacio Múltiple, es, por ejemplo, el mural-relieve-pintura que se encuentra en el lobby del Planetario Alfa. También las esculturas monumentales que se encuentran, una, en el patio de acceso al Tribunal Superior de Justicia y la que otrora fuera de Akra y que hoy pertenece a la UDEM.
Como explicó Manuel, el Espacio Múltiple nació de la investigación que emprendió para trabajar con una computadora (no se olvide la fecha de la que estamos hablando, es decir, de los lejanos años 70) y que lo llevó a la ciudad de Boston, a la Universidad de Harvard donde entró en contacto con el ingeniero Mayer Sasson que a su vez era marido de la pintora colombiana Fanny Sanin quien, en su ruta hacia el norte, había pasado por esta ciudad dejando buenos amigos y mejores recuerdos. Así que por ahí también se conecta esta enorme serie con nosotros.
Una cita más. Del Espacio Múltiple también nació un muy interesante proyecto emprendido por otro buen amigo, José González Quijano (QEPD), gracias al cual pudo publicar la tesis con la que se titulo en Italia.
De los muchos aspectos positivos que tiene el desarrollo de esta serie, el que me parece hay que subrayar en este momento es el empleo pionero de la computadora en la producción artística y la serie de reflexiones que hoy en día hace al respecto su autor. Consideraciones en las que deberíamos detenernos para entender mejor las relaciones, deseadas o indeseables, que tenemos con el mundo de la computación.
Pero no fue esta la primera vez que Manuel Felguérez incursionó en terrenos que para los productores mexicanos resultaban desconocidos. Me refiero ahora a una serie anterior al Espacio Múltiple, que incluía la presentación de lo que hoy conocemos como Performance y que en su momento, por extraño que pueda parecer, causó no sólo asombro por su novedad, sino escándalo y censura. Me refiero a La Eva futura, que como otros tantos proyectos de Manuel incluía pintura, escultura, gráfica y estas actuaciones de actores y actrices interactuando con sus trabajos.
En esta brevísima presentación de Manuel Felguérez como innovador dentro del panorama de las artes visuales en México, no puede quedar fuera su participación en la magna obra del Espacio escultórico, situada en terrenos de la UNAM, rodeando un impresionante remolino de lava. Junto a Helen Escobedo, Hersúa, Mathías Goeritz, Federico Silva y el entonces jovencísimo Sebastián, crearon, en 1979, esta extraordinaria obra que a pesar de los pesares se mantiene incólume ante el inmoderado crecimiento de la ciudad de México. En este sentido, quizás valga la pena citar el manifiesto con que estos productores dieron a conocer su trabajo:
“Manifiesto del Espacio Escultórico: Quienes participamos en el proyecto universitario del Espacio Escultórico hemos intentado poner en práctica principios olvidados por cientos de años; busca hacer del arte un gran acontecimiento para todos y para siempre, superando, al menos en esta experiencia, el voluntarismo individualista autosuficiente y caduco. Si a los artistas que formamos este equipo de trabajo no le sobrevive alguna de sus obras, el Espacio Escultórico, por todo lo que tiene de oculto y anónimo, habrá de perdurar como un intento colectivo de arte público más importante de los últimos tiempos."
Es esta visión que Felguérez compartió con sus compañeros de generación y que aún lo mantiene produciendo lo que lo hace un personaje innovador, múltiple y entrañable.
Publicado orginalmente por Milenio Diario
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