martes, 8 de mayo de 2012

Del uno al diez

Francisco de Goya y Lucientes. Los fusilamientos del 3 de mayo. 1814


Me parece que junto con septiembre, mayo es el mes que más días conmemorativos tiene. Por tal motivo decidí asociar cada uno de ellos con una obra conocida, a ver si así se pasan más rápido o por lo menos se vuelven más amables.
     El primero de Mayo, el día internacional del trabajo, creo queda perfectamente representado con la fotografía de Don Manuel Alvarez Bravo Obrero en huelga asesinado (1934), una terrible imagen que se encuentra entre la seducción de la muerte y su materialización, y la cruel realidad que es capaz de cegar la vida de un joven como el que aparece en la fotografía. Sólo el ojo de alguien como Dn. Manuel podría haber convertido la tragedia en testimonio, a la víctima en miembro del santoral civil y la realidad en arte.
     Dos días después, tenemos un par de obras, por un lado los famosos Fusilamientos del 3 de mayo o Fusilamientos en la montaña del príncipe Pío, de Francisco de Goya y Lucientes. Una de las telas más conocidas del maestro aragonés. Retrata, como se sabe, los sucesos que siguieron al levantamiento de la comuna de Madrid en 1808 tras la invasión napoleónica. La pintura, pese al realismo con que fue realizada y lo tremendo de su tema, no fue  terminada sino hasta 1814, es  decir no retrata una escena que haya sido atestiguada por Goya. Del mismo periodo son los Desastres de la guerra, la serie de 82 grabados que trabajó entre 1810 y 1815 y que son, con toda seguridad, más brutales y críticos que la tela citada. Dos apuntes más. El episodio de la invasión francesa a España no le fue nada favorable a Goya ya que fue acusado y atacado por “afrancesado” lo que de hecho lo llevó al autoexilio en Francia en dónde finalmente murió (1828). Pero si al genio español no le fue favorable, caso contrario es el de nuestro país, pues la ausencia de un rey legítimo en España bastó para iniciar la rebelión de los independentistas mexicanos y su lucha libertaria.
     La otra obra asociada a este día, el 3 de mayo, es el mural que Roberto Montenegro pintara entre 1923 y 1924, en la capilla del ex colegio de San Pedro y San Pablo en la ciudad de México, con el tema de la Santa Cruz, pero no se trata del pasaje religioso sino del día que en México se festeja a los constructores, a los albañiles. Una extraordinaria pintura en la que Montenegro funde ambos temas, el religioso y el civil, sumando motivos y símbolos a esta nueva “religión” socialista que inicia ahí mismo con la Trinidad revolucionaria (obrero, campesino y militar) de la que se valdrá, entre otros, el propio Rivera.
     Dos días después, en México y sorprendentemente, también en los Estados Unidos, celebramos la victoria del ejército mexicano sobre el invasor francés en la famosa batalla de Puebla. Para tan importante día propongo una pieza poco conocida pero valiosa por su relación con Monterrey. Me refiero a un retrato del General Ignacio Zaragoza realizado por Antonio Costilla a fines del siglo XIX. Como se recordará Costilla, es uno de los pocos pintores pioneros de estas tierras de los que tenemos obra e identificación.
     Brincamos cinco días y llegamos al más comercial y popular de todos los días del calendario, el 10 de mayo, y no encuentro mejor representación para él que al más kitsch de nuestros pintores Jesús Helguera, quien se ocupara de recrear tan feliz y emotivo día en varias ocasiones, creando, como con todos los temas que abordó, una serie de símbolos que pertenecen a nuestro   imaginario colectivo y la estética nacional.
     Me quedan dos días para los cuales no tengo obra que asociar, uno es el día del maestro (día 15) no porque no sea importante sino por su desprestigio lo que lleva a que sean pocos a los que les interesa realmente celebrarlo. Y el otro, al que habrá que buscarle una imagen que le vaya bien, es el 6 de mayo, o día del efecto Quadri que quizás se convierta en el día del antes y el después del futuro político de nuestro país.

Publicado originalmente por Milenio Diario

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