Por supuesto que no se trata de una pintura, pero esta pieza me gusta por varias razones y creo que viene al caso del tema que estoy exponiendo. En primer lugar es una obra de 1966, su autor es Lee Bontecou, y sirve para que nos demos cuenta desde cuando hay intentos por subvertir la pintura y explorar otros caminos. En segundo, a pesar de ser una construcción, su tridimensionalidad se limita a la del relieve por lo que su lectura sigue siendo plana, frontal, como si fuera una pintura común y corriente. Y en tercer lugar, es un claro ejemplo de como es que sí hay una modelo pre-fabricado que nos ha impuesto no sólo una manera de ver, sino también de producir. Esta excelente pieza de Bontecou quiere y no quiere ser parte de la misma tradición y en eso está la contradicción a la que una y otra vez se enfrenta la pintura.
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