La aparición de la película Polaroid en 1947 llamó la atención del mundo por lograr la instataneidad de la imagen, algo que hasta ese momento no se había visto. Muy pronto a esta ventaja y la gran versatilidad que demostraba tener este material se le sumo su muy particular estética, a una fidelidad asombrosa le sigue, entre otras, un color que se acentúa y matiza según las condiciones de la toma o la caducidad de la propia película. Muy pronto estas características fueron descubiertas por algunos productores que supieron sacarles el mejor provecho para hacer su propia obra. Entre otros, David Hockney, Adolfo Patiño y Andy Warhol, de quien vemos aquí un retrato de 1977 de la actriz y cantante Liza Minnelli, en un momento en que ambos se encontraban en la cresta de la ola de la fama y el glamour. Ahora, el gran reto de la Polaroid -además de salir de la quiebra que los obligó a cerrar- y las imágenes que se valieron de ella, es, como en el caso de las estrellas que fotografío Warhol, lograr su permanencia, el no desvanecerse en la memoria de los demás.
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