Ayer hacíamos ver cómo es que no existe un modelo ideal de belleza femenina y cómo es que este depende de tantos aspectos como incluso pudiera ser la geografía en que se vive. Si lo anterior es cierto, más lo es que tal modelo jamás ha existido más que en la mente de quienes han querido imponerlo como verídico y universal. El modelo Occidental de belleza opera durante una época y responde a las necesidades de ese momento. A lo largo del tiempo y debido a que en distintas épocas se ha tratado de revivir es que pudiera dar la apariencia de eternidad, pero lo cierto es que cada tiempo, cada sociedad, cada cultura, elabora sus propios modelos que funcionan, única y exclusivamente, en ese contexto espacio-temporal. Veamos por ejemplo esta imagen de la joven fotógrafa belga Liesje Reyskens (1984- ); ni el color, ni la ambientación, ni la imagen misma responde a un modelo predeterminado, para empezar por ser una combinación, como lo declara la propia Reyskens entre un fuerte realismo y una carga extra de ficción. Esta clase de híbrido, como se puede entender, no es el modelo de belleza pregonado por Occidente el siglo pasado o hace apenas unos años. Se trata de nuevas imágenes de las que quizás vaya surgiendo el modelo de la belleza femenina de la segunda mitad del siglo XXI.
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