Concluimos esta segunda etapa dedicada a la mujer presentando este trabajo del escocés Albert Watson (1942). Quien haya seguido las imágenes que hemos subido en estas dos partes, estará de acuerdo en que este tema, cualquiera que sea la forma, las dimensiones, la técnica, o el género que asuma, adquiere, incorpora a su esencia, la fuerza, la personalidad, la gracia, la inteligencia de aquellas que resultan retratadas. Me parece que es entonces, por estas razones, que se trata de un tema inmortal, un tema en el que el sujeto termina por imponerse a la forma.
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