martes, 9 de abril de 2013

Cuevas 80

 

Arrancaron por allá, por la capital, los festejos por el 80 aniversario de José Luis Cuevas que culminarán en febrero del próximo año, cuando llegue, precisamente, al mentando aniversario. Por lo pronto se inauguró la muestra Cuevas en el Cuevas, una amplia visión retrospectiva montada en el museo que lleva el nombre de quien fue considerado alguna vez, el “infante terrible” de la intelectualidad nacional. Como aún falta para el magno festejo y como probablemente no nos volvamos a ocupar del tema, dedicaremos las líneas de hoy a un par de comentarios sobre Cuevas y sus efectos en la cultura de nuestro país.

         Generalmente cuando se menciona su nombre, inmediatamente pensamos o lo asociamos con La Ruptura, el mítico movimiento que se opuso al ya muy deslucido nacionalismo revolucionario, transformado en Escuela Mexicana de Pintura, que había visto sus mejores días, como bien se sabe, en los murales de Rivera, Orozco y Siqueiros de los años ‘20 y ‘30, sin mencionar al grupo de los pre-muralistas, Alba de la Canal, Revueltas, Montenegro, Charlot, Fernández Ledesma, etc. Lo interesante de esta asociación es que La Ruptura representa más el triunfo de la abstracción sobre el   realismo —y más de tipo socialista o  revolucionario— que el retorno a un trabajo humanista-introspectivo-individualista-expresionista-neofigurativo, que era, es, el practicado y cultivado por Cuevas. Lo anterior quiere decir que, independientemente del valor de lo que hace e hizo Cuevas y por el cual es y ha sido ampliamente reconocido, su relación con La Ruptura (si la entendemos, insisto, como la introducción exitosa de la abstracción en México) tiene otros puntos de amarre pues antes estarían Felguérez, Lilia Carrillo, Mathías Goeritz, Vicente Rojo, Fernando García Ponce, Luis López Loza, etc., practicantes y exponentes de la abstracción en el México de aquel entonces. (De este batiburrillo de nombres, lo que podemos poner en claro es que no existía una  tendencia única y dominante sino más bien una serie de grupos, tendencias y productores que las representaban, buscando un lugar en la cada vez más ambigua realidad nacional que en ese entonces, finales de los 50’s se alejaba ya del llamado milagro mexicano).

         Así pues, la relación de Cuevas con La Ruptura —que tiene muchas otras aristas que aquí no podemos analizar— tiene que ver más con su figura y lo que ésta llegó a representar que con el trabajo gráfico que oponía a la decadente Escuela Mexicana de Pintura. En este sentido José Luis Cuevas, el personaje, es la versión nacional, de James Dean o Elvis Preasley, Jack Kerouac o, válgame la comparación, Brigitte Bardot, en tanto que representó y expresó el inmenso deseo de libertad que se había empezado a cultivar desde tiempo atrás y que culminaría trágicamente en los sucesos del ‘68 en México y Francia, el ‘71 en los Estados Unidos. La famosa Cortina de Nopal, no es otra cosa que un reclamo por la libertad de expresión y la denuncia de su represión o cooptación. El protagonismo de José Luis, su Cuevario, Cuevas por Cuevas,  no fueron más que brotes de la misma inquietud y de la terca afirmación del individuo frente a una sociedad rebasada, inmovilizada, sin saber cómo y con qué responder a las nuevas necesidades de su juventud.

         Son esas necesidades las que quizás los llevaron a abrazar un tanto acríticamente lo mismo los happening, que los excesos en las reuniones de la recién inventada Zona Rosa, los cockatils en las embajadas, su participación en el cine, los viajes al extranjero, el autoexilio, la solidaridad con los países de América Latina, las protestas en contra de la guerra de Vietnam y tantas otras causas por las que había que protestar, sacar la cara, manifestarse. Este es quizás uno de los aspectos más rescatables de Cuevas y su generación, su compromiso intelectual, político, social.

         Así pues, a sus casi 80 años de vida, lo único de lo que no se le podrá acusar es que lo que hizo, lo hizo siempre con la consciencia de que lo hacía bien.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario
(Imagen: Octavio Gómez. www.proceso.com.mx)

 

 
 

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