martes, 16 de abril de 2013

Zona Maco

 

La semana pasada se llevó a cabo en la Ciudad de México la llamada Zona Maco (Feria de Arte Contemporáneo) y a pesar de que la he seguido desde sus inicios, debo decir que poco de lo que ahí sucede me interesa. Aclaro, no es que no me importe a lo que dan lugar eventos como este, ahí, está claro, suceden cosas por demás trascedentes que afectan a todo el campo artístico por igual; más bien a lo que me refiero es que como evento no acaba por atraer mi interés, y aquí trataré de explicar por qué.

         Como nunca antes en la historia, el arte contemporáneo ha puesto en evidencia que por lo menos en los últimos 150 años, el campo artístico al que pertenecen los museos y las galerías, los productores, los estudiantes, las escuelas de arte y diseño, los historiadores, las obras, los curadores, los coleccionistas y muchos otros, se encuentra dividido en dos grande grupos, que por llamarlos de alguna manera, diré que son el comercial y el académico. Dos grupos que a pesar de tener una materia en común —el arte contemporáneo— y temas y otros intereses que los comunican permanentemente o los mantienen en contacto, no son lo mismo, siendo esta, quizás, una de las diferencias más hondas que mantiene la producción contemporánea con la de cualquier otra época.

         Zona Maco, como Art Miami, Arco, o Art Basel Hong Kong, logran congregar a lo más selecto e influyente del mercado del arte. Lo que presenten es lo que prevalecerá entre quienes comercian con el arte contemporáneo por lo menos hasta el siguiente año, es lo que pelearán los más importantes y reconocidos coleccionistas. En otras palabras, estas ferias, bienales o encuentros de arte contemporáneo que se suceden todo el año a lo largo y ancho del globo, son la maquinaria que hace y define qué entra en el comercio internacional del arte, pero son también, más importante aún, las que trasforman las obras en mercancía. Ahí toda aura cultural de la que pudieran estar dotados los objetos desaparece o mejor dicho se transforma en valor de cambio que es tras el cual van los inversionistas y los cientos de visitantes a estos eventos, que acuden, si no a adquirir sí a ser parte de la iniciación, como ir a atestiguar la trasmutación de la sangre de San Genaro en  Nápoles.

         Ahora bien, todo esto que resulta tan atractivo y que en muchos sentidos es lo que dicta las líneas que ha de seguir la producción contemporánea, tiene su contraparte en el que arbitrariamente he llamado el grupo académico. Sería equivocado pensar que a éste no le importa lo que sucede en el mercado del arte, por supuesto que sí pero desde una perspectiva diferente. Más que preocuparse, por ejemplo, por saber quién es el coleccionista más joven del momento, le interesan las direcciones que toma el flujo de las inversiones. Antes que preocuparse por la galería que presenta mejores instalaciones, se pregunta cuál es la que más vende en oriente y qué es lo que vende; ¿las inversiones en arte contemporáneo van a parar a instituciones formativas, asistenciales; es la inversión en arte contemporáneo realmente rentable o simplemente es una manera de evadir impuestos? Estas y muchas otras preguntas son las que se pueden hacer desde la otra cara de la producción contemporánea.

         El problema, si es que lo hay, es que en la actualidad y debido a la función de los medios, pareciera que sólo existe una de estas caras, la comercial y que a eso se reduce la producción, a su presencia en las ferias, a ser la adquisición más reciente en la colección X, o la última decoración en el departamento neoyorkino de fulano o fulana de tal; en salir en la portada de glamorosa revista o ser mencionado en alguna de sus reseñas, o haber sido invitado(a) a tomar unos tragos con el curador de moda, con eso basta para ser figura del arte contemporáneo cuando en realidad se trata tan sólo de su cara luminosa misma que no debemos confundir con el fenómeno total. No perdamos pues de vista que en el arte contemporáneo no todo lo que  brilla es oro.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario


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