sábado, 20 de julio de 2013

Ver y tomar

Entre otras tantas cosas que hemos heredado de la fotografía (hablo de lo sucedido a partir de los hallazgos de Daguerre, Talbot y compañía) se encuentra el habernos enseñado no sólo a mirar el mundo como si fuera una fotografía (o a mirar una fotografía como si fuera el mundo real) sino también a "tomar" imágenes, no a producirlas que es lo que hace la pintura o el dibujo, sino a "tomarlas", a "arrebatarlas", a "cortarlas" del continuo espacio-temporal que es a donde originalmente pertenecen. Esta capacidad que la Modernidad puso en nuestras manos tuvo y tiene profundas consecuencias en nuestra concepción del tiempo y el espacio, tan es así que hoy día lo que pensamos y sabemos de ambas dimensiones es radicalmente distinto a lo que se sabía de ellas cuando, en 1839, se dio a conocer públicamente el Daguerrotipo. Pero no es tanto eso lo que me interesa resaltar en esta entrega, sino el hecho de haber comprendido, después del periplo que hemos hecho esta semana, que no hay mayor acierto que decir, "quite una fotografía."

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