Precisemos pues, que cuando nos referimos a la obra de los jóvenes productores, nuevos valores, recién descubiertos o como quiera llamarlos, no se trata de un trabajo cualquiera o de cualquiera. Al rededor del mundo hay miles, tal vez millones, de chicos intentando hacer algo con sus vidas en estos campos, en la pintura, en la fotografía, en la literatura, en la escultura, en las artes performativas, el mundo audiovisual, y de ellos únicamente una muy pequeña parte logrará apenas exponer y menos aún el éxito cualquiera que sea el baremo que empleemos para medirlo. Así pues, el Arte Joven se sostiene por los productores y trabajos que siguen representando, que siguen significando valores que, al menos una parte de la sociedad, considera interesantes, dignos de conservarse y difundirse. En otras palabras joven o viejo si no tienes nada qué decir, ni cómo decirlo, más vale que dejes en paz los pinceles, el ordenador, la cámara o las gubias porque nunca, o difícilmente lograras sobresalir más allá de tu ámbito familiar.
Finalmente, la pregunta que hemos planteado no sólo se sostiene sino que se aclara al asociarla a: ¿qué pasó que ahora lo que dicen los jóvenes -ciertos jóvenes- resulta valioso para nuestra sociedad?
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