miércoles, 12 de enero de 2011

Continuamos

Pablo Helguera


Después de la pausa de los martes (cuyo tema, si se mira bien, no fue tan ajeno a estos), retomamos la discusión que hemos venido sosteniendo desde la última semana. Ya hemos dicho que una buena parte de los cambios que ha experimentado el objeto artístico se debe a que se han convertido en mercancías codiciadas por el mercado y como sabemos éstos, los mercados, se alimentan de novedades, por lo que para mantenerlos activos y atractivos económicamente hablando no es extraño que se busquen en todos lados los insumos que requiera, aka, las obras qué sea y de quién sea. Pero ya hemos dicho también que no es verdad esto último, puesto que para que estos objetos sean atractivos para el mercado deben reunir una serie de requisitos y resulta que tales requisitos se encuentran ahora en la obra de los más jóvenes, así que la pregunta es ¿por qué ha sucedido esto?

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