Wayne Chisnall. & When I'm a Man I'll Think as a Man. 1998
Vengo tratado el tema del “arte joven” en mi blog y ahora quisiera presentar aquí su epílogo tanto para llegar a otras personas que pudieran estar interesadas en él, como por hacer un ejercicio de síntesis de lo que he expuesto allá.
Aunque es un tema recurrente entre mis preocupaciones e intereses, en esta ocasión apareció al preguntar, junto con otros colegas ¿a quién le puede interesar el llamado Arte Joven? Nos pareció ―nos sigue pareciendo― que la pregunta es pertinente dado que en ninguna otra época encontramos un interés, un apetito tan evidente por este tipo de obra.
Cuando hablamos de Arte Joven, de inicio debemos aclarar que sobre esta denominación hay, por lo menos, dos posibles aproximaciones. Llamamos Arte Joven al que efectivamente realizan hombres y mujeres jóvenes que han decidido tomar la producción artística como su medio de vida. En este caso, el estado o las instituciones privadas interesadas en el tema hacen bien en impulsar y promocionar el hacer de estos chicos, alentarlo, prepararlo para su futura incorporación al mundo del arte.
Pero también hablamos del Arte Joven, como una parte de la producción que ya se encuentra en circulación en busca de un espacio, una plataforma, una oportunidad para darse a conocer; como una serie de obras, prácticamente inéditas, cuyos autores sólo requieren de un empujón, un reconocimiento que les permita catapultar su carrera, su trayectoria, a niveles más altos y sofisticados con ventas más significativas.
Es importante hacer la distinción entre ambas aproximaciones ya que generalmente confundimos o tendemos a mezclarlas, de hecho el inicio de esta disputa nace de esta ambigüedad, lo que en realidad deseamos discutir es la segunda manera en que se entiende el término Arte Joven.
Ahora bien, no por ser joven, en este o en cualquier otro momento, se tiene garantizado el acceso exitoso al mundo del arte. Para lograr ese éxito se necesita que en la obra se encuentre lo mismo que en cualquier otra obra de cualquier otro momento, la representación, materialización, visualización, interpretación, idealización, de los valores, los principios, los fundamentos, en que cree, sobre los que se desarrolla, con los que crece, produce y educa, una sociedad en un momento histórico en particular. Sin este componente, no importa lo que se haga, la obra, nunca dejará de ser una simple pintura, una torpe escultura, la repetición, la representación de algo sin importancia, sin trascendencia.
Quiso el destino que en este momento, quienes están llevando a cabo esta labor, que es la función del arte, son los productores noveles, los jóvenes; es en sus telas, fotografías, instalaciones, audiovisuales, dibujos, ilustraciones o gráficas, en donde nuestra sociedad está encontrando la representación, la visualización icónica de lo que le parece valioso e importante. No podemos detenernos a explicar a qué se debe este cambio, en todo caso lo que sí apuntamos es que este es el núcleo de la respuesta a la pregunta que planteamos.
Finalmente agreguemos que buena parte del interés por el Arte Joven, está dictado por el mercado. Como todo mercado que funciona a partir de la venta de productos, el del arte, requiere constantemente de novedades para mantenerse activo y atractivo, por lo que una buena parte de sus esfuerzos los destina, a través de sus muchos agentes, a la localización, seducción y entrenamiento de los artistas jóvenes a fin de poner en circulación su obra en espacios cada vez más exclusivos de acuerdo a cómo se van dando las ventas.
Así pues, ¿a quién le interesa el Arte Joven? Yo diría, a los comerciantes antes que a cualquier otra persona, porque han sido ellos los primeros en detectar que lo que los jóvenes dicen, comunican, a través de sus trabajos es importante para nuestra sociedad, aun así sea sólo para reforzar el ego del propio mercado.
(Publicado originalmente por Milenio Diario)
No hay comentarios:
Publicar un comentario