No existe mejor prueba de lo que es el comportamiento civilizado que la asistencia a un concierto y si es de música clásica mucho mejor. Permanecer sentado en silencio durante dos o tres horas y hacer de esa experiencia algo placenttero o satisfactorio es sin duda un triunfo de la civilización, pero también una muestra clara del poder que la música ejerce sobre nosotros. Como me dijera un gran maestro, no existe la música buena ni mala, toda es buena si está bien ejecutada y al contrario, toda es mala si no se ejecuta correctamente. Así que, indpendientemente de cuál sea el género músical de nuestra preferencia, lo cierto es que la música siempre tendrá en nosotros un efecto, digamos que en la mayoría de las veces, positivo, benéfico para la comunidad. Aquí vemos al famoso violista Jascha Heivitz durante un esayo captado por la no menos famosa fotógrafa Ruth Orkin.
(Imagen: www. orkinphoto.com)
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