Si Mathew Brady es el gran narrador visual de la guerra civil de Norteamérica, Agustín Víctor Casasola (1874-1938) lo es de la mexicana. Fundador de una dinastía de fotógrafos que seguirían paso a paso los incidentes nacionales hasta la segunda mitad del siglo XX por lo menos, su gran empresa personal fue convertirse junto a otros tantos fotógrafos que congregó a su alderredor, en los ojos de la sociedad mexicana e internacional sobre lo que sucedía en los entretelones y campos de batalla de la Revolución. Aquí, por ejemplo, la imagen del cuerpo asesinado de Emiliano Zapata en 1919. Al valor histórico del hecho, debemos sumarle el antropológico pues hay que hacer notar la relación de los testigos vivos que sostienen en cuerpo del caudillo del sur y el cadáver de este, una fotografía de prensa que difícilmente veríamos hoy en día, por lo menos en países de occidente y en la prensa regular. Ese es un servicio adicional que nos presta este género fotográfico más allá de ejemplificar su desarrollo histórico.
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