Las entradas anteriores se han referido a colecciones institucionales, aunque es cierto que algunas de ellas iniciaron como particulares, de personas o familias. El último ejemplo de esta serie es diferente y es casi un cuento de hadas de esta época. Se trata de la colección formada por Dorothy y Herb Vogel, un típico matrimonio de inmigrantes europeos norteamericanos. Su colección, de más de 4000 piezas de arte contemporáneo ha sido dividida en un lote menor de 2,500 piezas que han sido donadas a 50 instituciones culturales a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Lo increible de esta colección, que hoy se encuentra valuada en millones de dólares, es que se fue formando con las adquisisiones que los modestos ingresos de estos dos trabajadores tenían acceso, lo cual, como reiteradamente se ha dicho no se necesita ser un Rockeller para tener una colección de arte...y en este caso qué colección!!
El caso de los Vogel pone en evidencia que coleccionar es cosa serie, sin lugar a dudas, pero que también es una cuestión personal, de sensibilidad y saber para qué te sirve el dinero.
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