miércoles, 11 de abril de 2012

Múltiples visiones 1


Recuerdo que de niño hubo dos cosas que me impresionaron respecto a las moscas. Una de ellas fue la película original del hombre mosca o por su título La mosca de la cabeza blanca; fue la primer cinta de miedo que vi y sin duda una de las que más terror me ha inspirado al grado de dejarme varias noches sin dormir. Mi horror provenía de vivir la suerte de una mosca más que la transformación misma en insecto. La otra cuestión fue saber cómo ven las moscas, imagen que nos es imposible concebir más que como un caleidoscopio que abarca más allá de los 180 grados que vemos los humanos y que se forma de múltiples fragmentos, ni siquiera una visión de mosaico como la que citaba en la entrega de ayer, pues cada fragmento que percibe la mosca es una imagen completa en sí misma, no algo que se complementa con las imágenes adyacentes.
Valga lo primitivo de mi ejemplo para tratar de explicar cómo es que concibo no la realidad sino la percepción de la realidad: una esfera formada por minúsculas superficies cada una de las cuales refleja una y sólo una parte de lo que está frente a ellas, cada superficie es autónoma o mejor dicho se encuentra aislada de tal manera que no se comunica con las demás, de las que eventualmente puede llegar a tener noticias. Lo realmente difícil, lo complicado es no confiar en lo que tu superficie refleja sabiendo que hay muchas otras que lo más probable es que contengan imágenes distintas a la tuya, lo complicado es dejar de pensar en que hay que ver para creer.



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