Josef Sudek. Sin título (tres basos de cerveza). c. 1950
No hay secretos. Todo lo visble o casi todo lo que puede ser visto ya lo conocemos; nuestro espectro hace tiempo que abandonó el limitado rango de la luz blanca y hoy están a nuestro alcance las imágenes infrarojas, las ultravioletas, los rayos X y los Gamma, vemos tantos colores como algunas aves y ni el cosmos, ni el mundo atómico escapan a nuestro escrutinio. ¿Qué hace entonces que una imagen como esta conserve su atractivo, su valor? Su simpleza, pero también la humanidad que está tras esa simpleza; imagen que nos recuerda la sensación y las serie de experiencias que a ella van asociadas al escanciar un vaso de cerveza al final de la jornada.
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