martes, 18 de septiembre de 2012

Día de asueto



Según el Diccionario de la Lengua Española, Asueto, en su segunda acepción, significa “Vacación por un día o una tarde, y especialmente la que se da a los estudiantes”. Se refiere, entonces, a un tiempo que la gente tiene libre y puede dedicarlo a otras actividades que no sean las que lleva a cabo regularmente, por ejemplo visitar museos, salas de concierto, cine, espectáculos de danza, etc., actividades de sano y necesario esparcimiento. Si así es, ¿entonces por qué son estos días, precisamente, cuando cierran estos espacios? Me acaba de suceder, una vez más, el domingo pasado al intentar visitar en el Museo El Centenario de San Pedro, Garza García, la muestra de Ismael Vargas. No soy naive y entiendo las razones de este proceder, ¿pero no se puede hacer nada al respecto; no hay manera de organizar el trabajo estos días? No insistiré más sobre el asunto, pero me parece equivalente a mantener cerradas las iglesias el domingo por ser día libre.
Septiembre mes de la patria, y del 15 en adelante el año ya va en caída libre, por lo que este es un buen momento para hacer una especie de balance sobre la actuación del gobierno federal en materia cultural, más ahora que está cerca su relevo.
Creo que cualquier administración, del color que sea, forzosamente tiene que hacer algo cuando se le encomienda una labor mayúscula como es gobernar un país, un estado o un municipio, y tiene que hacerlo porque de otra manera viviríamos en el caos permanente y por más cerca que estemos de él, hasta ahora no se ha detenido el país en la mayoría de sus muchas actividades, lo cual también es cierto en el caso de la actividad o campo cultural. Lo que sucede es que eso que se hace, no siempre beneficia ni sirve al grueso de la población, es más, sólo alcanza o se ejecuta para beneficio y servicio de unos cuantos, o peor aún, simplemente para no dejar caer el teatrito y seguir beneficiándose con ello.
Así que sin duda se han hecho cosas importantes en este campo, se actualizó, por ejemplo, el MUNAL y el Palacio de las Bellas Arte, se reinauguró (hace unos días por cierto) el Museo Tamayo, entró a remodelarse el Centro de la Imagen, allá a inicios del sexenio se puso en marcha el MUAC, se creó la Sala México en Palacio Nacional, se ha continuado con las excavaciones y conservación de la zona del Templo Mayor. Se siguió con los programas del FONCA, con las partidas económicas para los estados, con su valiosa labor editorial y ferias de libro, y un largo etcétera que seguro asustaría hasta al más pintado de sus críticos.
A pesar de todo lo que se hizo y se sigue haciendo, este gobierno en particular dejó pasar la oportunidad de una trascendencia mayor (tan necesitado de ella) al no haberse empeñado a fondo con la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. Para colmo, culminó su papel en estos eventos con la ignominiosa Estela de Luz. Comparada con la Columna de la Independencia o el monumento a la Revolución, da la medida justa del interés que puso el gobierno federal a este tema. 2010, era el momento perfecto para que se lanzara una nueva política cultural que incluyera la participación de todos los estados, que retomara la dirección, la orientación, la motivación de la vida cultural del país y su proyección en el mundo.
Sabemos en qué acabaron nuestras centenarias celebraciones, cómo es que unos cuantos les sacaron provecho y cómo es que prácticamente no queda nada para ser incorporado a nuestra memoria colectiva.
Por lo dicho y a pesar de la discreta y efectiva dirección de Consuelo Saizar al frente del CONACULTA, la calificación que obtienen es reprobatoria. No es suficiente lo que realizaron, no lograron siquiera la institucionalización efectiva de este campo. En  consecuencia, su relevo seguirá, sin duda, haciendo muchas otras cosas, pero seguiremos, como país, acéfalos, y lo peor de todo es que ni siquiera se han dado cuenta de ello.

Publicado originalmente por Milenio Diario

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