viernes, 10 de agosto de 2012

Disegno III


No puede dejar de llamarme la atención como es que las cosas que nos son más familiares dejan de sucitarnos curiosidad. Pareciera que es al contrario, lo familiar pierde su encanto, se nos hace común, falto de interés o de conocido, simple y llanamente, aburrido. Tengo la impresión de que algo así nos sucede con el dibujo, siendo un modo primario de expresión que prácticamente no abandonamos jamás, y estando rodeados de imágenes que tienen su asiento en él, nos pasa desapercibido o como no digno de mayor atención y/o reflexión. Si embargo qué equivocados estamos en este caso y qué infinitas sorpresas conserva este aparentemente simple medio de comunicación. Tomemos este ejemplo, se trata de una página del diario que Eugenio Delacroix (1798-1863) llevó durante en su viaje a Marruecos en 1832. Sin duda se trata de dibujos, es obvio, pero estos "dibujos" ni son la ilustración de Vesalio ni las Madonnas de Miguel Ángel o cualquier otro renacentista, es otro empleo del mismo medio, la misma técnica pero con fines diferentes. Lo interesante, además de tener a la vista estas tres concepciones de lo que es el dibujo es que ni una por una, ni las tres juntas alcanzan a agotar el medio.

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