Domingo 19 de agosto; son alrededor de las 12.15 del día, llegar al centro de la ciudad se complica por los nuevos programas de paseos familiares a la Macro Plaza. Subo las escalinatas que me conducen a una de las entradas del antiguo palacio federal (la que da a la calle Washington, porque la otra está cerrada), un atento y cordial guardia (la única persona visible en el amplio vestíbulo del edificio) me pide me ponga una pegatina, y cuando me dispongo a visitar la muestra Búsqueda abstracta. Dimensiones urbanas, apenas inaugurada a media semana (agosto 15) literalmente topo con pared (más bien con vidrio) pues la sala en donde se exhibe está cerrada, ¿cerrada?, ¿este día, a esta hora? Es que aún no llega el personal que abre ahí, me dice el guardia... entonces... pues —-como decían en la Caravana—lástima Margarito!
Apenas la semana anterior circuló ampliamente por las redes sociales la denuncia de que el llamado pomposamente Museo Metropolitano estuvo cerrado el domingo previo por idénticas razones, porque no tenían personal. Entiendo que, por ejemplo, las galerías, las escuelas, dispongan de su tiempo como mejor les parezca, y si a ellos les conviene abrir al público en horario de oficina de lunes a viernes, pues que así sea, lo mismo si no quieren abrir. Pero los espacios públicos son otra cosa. Entiendo también que ir a trabajar un domingo por la mañana debe ser pesado, y que los recortes presupuestales obligan a no contar con personal suficiente o a no pagar horarios extraordinarios, etc.
Pensemos cuánta gente pudo asistir a la inauguración de este evento (hablo del evento y no de la exposición ya que hay otras dos en el mismo espacio) ¿200, 500, 1000? Supongamos que fueron 1000, ¿cuántas más podrán visitar lo inaugurado? No muchas me supongo pues el domingo sólo yo me apersoné en el lugar (y duré ahí cerca de una hora) y si no se presentan en domingo ¿qué pasará el resto de la semana?, ¿entonces, tanto esfuerzo solo para 1000, para los asistentes a la inauguración? ¿No nos indican estos sucesos —este y el del Museo Metropolitano— una falla en la política de públicos en estos espacios que son, precisamente, públicos?
Curiosamente, en el mismo lobby del mismo edificio se presentan otras dos muestras, las colectivas, Dominio de la conciencia, de la Asociación de la Plástica de San Pedro, y En la mira: Yo estoy bien, tu estás bien, de la Asociación de la Plástica del sureste, A.C., estas sí se pueden visitar pues no están en resguardo, y aunque no hay quien las vigile, sí está prendida la iluminación, y el guardia te invita a que las recorras. Da la impresión de que se cree que estas otras no tienen el mismo interés o valor que la que se encuentra encerrada (¿si no hay personal suficiente, por qué una parte está abierta y la otra no?)
En lo personal me llama la atención la asiduidad de sus miembros y la longevidad de las asociaciones dedicadas a la plástica. Me parece que el rol que desempeñan y el trabajo que realiza la mayoría de quienes las conforman no es nada despreciable. La presencia de estas asociaciones, la posición social y económica de algunos de sus integrantes, la influencia que ejercen en general, es lo que, entre otros factores, logra se mantenga una cierta idea de “Arte” en la ciudad. Por ello me parece que sería de interés emprender un estudio serio sobre ellas.
Puesto que estas muestras sí estaban a disposición del público salvaron mí domingo, y muy particularmente el grato encuentro con un par de fotografías de primerísimo nivel, Con vista a Madrid de Nora Gómez y Reflejo de su espíritu de Malú Delgado.
Es muy probable que mi experiencia de este domingo sea excepcional y que ese día un obstáculo mayor forzó a que llegara a destiempo el, los, responsables de habilitar el espacio para recibir a los visitantes. Desgraciadamente, la próxima vez que quiera ir a otra exposición en este lugar, mejor lo pensaré dos veces.
Publicado orginalmente por Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
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