Lo menos que se puede decir ante la obra de Daido Moriyama es que se trata, en esta (Osaka, 1997) como en cualquier otra de las imágenes que ha trabajado a lo largo de su longeva trayectoria, de un inusual tratamiento para el motivo que retrata. Moriyama es uno de los más importantes fotógrafos de la post guerra en el Japón y sin duda es uno de los grandes renovadores del lenguaje del medio en su país, de donde han surgido y siguen surgiendo algunos de los fotógrafos más interesantes del momento. Para Moriyama "Las fotografías son fósiles de la luz y la memoria. En tanto que la fotografía es la historia de la memoria." (Extracto del libro de Daido Moriyama, Memorias de un perro, del 2004). Conceptos que no sólo definen su actitud y postura frente a su oficio, sino que también ayudan a comprender por qué este tipo de acercamiento a las propias fotografías: Se trata sí del juego de la niña que aquí vemos, se trata también del movimiento, pero también del contexto, del espacio, y de la interacción de estos con el salto de la niña, con el tiempo en que se da la acción y el tiempo del fotógrafo, tiempo repartido entre la toma, el laboratorio, la impresión y la exhibición. Y la niña...dejó de saltar.
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