Ahora que se discutió quién fue la verdadera estrella de los pasados juegos olímpicos, usted quizás haya escuchado el nombre del atleta que aquí vemos. Se trata del norteamericano Jesse Owens (1913-2980) quien compitió en la Olimpiada de 1936 en la que ganó seis medallas de oro. La importancia de Owens va más allá de las competencias deportivas, pues hay que aclarar que para 1936, Hitler y el partido Nazi ya se habían hecho del poder en Alemania y esperaban hacer de estos juegos un ejemplo de la superioridad aria. Cuál no sería la sorpresa y enojo de tan funestos personajes al ver como un atleta de raza negra ganaba las preseas que ellos pensaban les correspondían por derecho racial. La figura de Owens destaca, luego entonces, por recordar que entre los humanos no hay diferencias, sí esfuerzo, dedicación, coraje y entrega como las que necesitó para resultar vencedor.
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