Si bien es cierto que la aplicación de la tecnolgia digital a las cámaras fotográficas y el acceso universal a las nuevas imágenes vía la Red, ya como generador o bien como consumidor, han venido a alterar las prácticas para la obtención de imágenes, también lo es, que otra parte de los millones de ellas que nos rodean a diario a través de diferentes medios, continúan ubicándose dentro de la tradición más ceñida de la ftografía a secas. Quiero decir, muchos usuarios de las ultramodernas cámaras digitales -sofisticadas o no- siguen haciendo uso de ellas como si se tratara de los antiguos y complicados aparatos de antes, y esto sucede lo mismo entre los profesionales que entre los amateurs. Y entre estos últimos el hacerse acompañar de una cámara, especialmente en los viajes, sigue siendo la práctica más usual, tal y como nos lo demuestra esta imagen obtenida en la Isla de Pinos en Cuba. Esta clase de imágenes continúan sosteniendo, frente a todos los cambios, la idea de que la fotografía permite el acceso objetivo al recuerdo, por eso se generan, por eso se guardan, por eso se muestran; no por nada recordar es vivir según reza el dicho.
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