martes, 25 de mayo de 2010

Fotos de la Bola


Ante la pobreza de exhibiciones relacionadas con el Bicentenario de la Independencia de México y del Centenario de la Revolución, las dos fechas del calendario nacional más importantes en los últimos100 años, da gusto encontrarse con una que, finalmente, atiende a este tema, me refiero a Hugo Brehme y la Revolución mexicana, presentada, desde el pasado 13 de mayo, en la antigua Fototeca de Nuevo León, hoy Centro de las Artes I.



Aunque algunas de las imágenes que Brehme tomó de la Revolución son muy conocidas y han sido ampliamente difundidas (i.e. los hermanos Zapata y sus esposas), ni su trabajo, ni la importancia de éste, se circunscriben a este tema, antes al contrario, tal y como se explica en una de los textos de sala, salir y trabajar en las calles junto a los combatientes y entre los escombros de la ciudad, parece haberle incomodado, y si lo hizo trabajando para Agustín Víctor Casasola y su agencia de fotografías de prensa, debió haber sido por no tener otra opción de trabajo en aquellos aciagos días (1910-1913) que vivía la capital del país.


La obra de Brehme, pues, es mucho más basta y forma parte del imaginario de nuestro país. Una de sus aportaciones más significativa a éste, quizás lo sean los dos libros que llegó a publicar, México pintoresco de 1923, considerado el primer libro de fotografía sobre nuestro país, y más adelante, en 1925, México, arquitectura, campo y pueblo, relevante para la creación imaginaria de esa unidad mágica entre arte y pueblo sobre la que se basó el nacionalismo cultural que desde entonces y hasta los 50’s se mantuvo en México; además de favorecer y mantener, claro está, la visión de un país folklórico en el extranjero.


Tres aspectos destaco de la exhibición. En primer lugar, el ojo de Brehme, un ojo bien entrenado para funcionar en la fotografía y dentro de esta, en particular, en la llamada pictorialista, cito por ejemplo a, J. Salazar, líder revolucionario, ca. 1912, Habitaciones en la casa colorada, ca. 1913, y Presos en San Juan de Ulúa, ca. 1914.


En segundo lugar, tal y como se dice en otro texto de sala, el haber echado mano del trucaje, o alteración consciente de las fotografías, a fin de conseguir la “composición” deseada, véase Villistas en la estación central, ca.1914, o Paisaje de Tabasco, ca. 1914. Entrecomillo composición porque aún y cuando esa hubiera sido la intención del fotógrafo, a otro nivel, hay una intervención ideológica con este tipo de acciones, lo que pone a estos trabajos de Brehme en el centro de la discusión sobre el documentalismo.


Por último destaco, entre muchos otros valores que tienen estas imágenes, la visión que nos ofrecen de una ciudad de México que si reconocemos es más por los nombres de calles y sitios que por su perfil urbano, y no es que se trate de una ciudad en medio de los desechos materiales dejados por los enfrentamientos, sino de una ciudad aún provinciana, en crecimiento forzado. En este sentido no puede menos que asombrarnos lo que se ha logrado en estos 100 años.


Porque es importante para el correcto aprecio de la muestra aclaro lo que significa impresión giclée, que no es otra cosa que la impresión por inyección de tinta. En este caso la cédula reza que se trata de impresión giclée de un original de plata sobre gelatina, o sea que estas imágenes se obtuvieron de fotografías vulgo blanco y negro y después se volvieron a imprimir para esta muestra, ¿por qué entonces son “color” sepia? Desconozco la razón para proceder de esta manera a no ser que se quiera dar un aire, un Look, de respetable antigüedad; lo malo es que al imprimirlas así la mayor parte de ellas acabaron estando, cual más cual menos, coloradas.


Un último apunte. Entiendo el recorte presupuestal y la racionalización de presupuestos en el Centro de las Artes, pero no creo que esto justifique el seguir con la tendencia de museografiar las exposiciones en penumbras o que para llenar el espacio se recurra, sin sentido, a impresiones de mayor dimensión que lo único que hacen es replicar a las originales.


Con todo, no cabe duda que presentar este tipo de muestra contribuye a la formación de una cultura fotográfica en una ciudad como la nuestra, tan necesitada de ella.

Publicado orignalmente en Milenio Diario



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