Hace un par de años, cuando la firma Polaroid Rand anunció el retiro de sus productos del mercado fueron muchos los que resintieron el hecho. La película Polaroid no sólo era popular entre el público afcionado que siempre se maravilló con la lenta pero segura aparición de la imagen sobre la supericie plástica, suave y acolchonada que era su soporte, sino también entre una serie de profesionales que recurrían a ella ya fuera como boceto o diseño previo a la toma definitiva, por la facilidad para manipular el soporte, por el color que se obtenía ante ciertas condiciones, por los azarosos efectos de las películas ya vencidas, por su inmediatez, o por los increibles formatos que esta firma llegó a poner a disposición de los productores. Tal es el caso de la más reciente exposición de Julian Schnabel (1951) en Berlín, Alemania, Beyond Infinity and Grand View, una serie de obras, la mayoría inéditas, tomadas con una cámara Polaroid de gran formato de 1970, que reflejan desde el ambiente de trabajo del pintor y cineasta, hasta los retratos de personajes allegados a él como serían Placido Domingo o Lou Reed. Un buen ejemplo de esos muchos servicios que prestó esta compañía al mundo de la creación cultural.
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