Casa V. Duisberg, Ruhrgebiet. Alemania. 1989
En la entrega de ayer decíamos que uno de los caminos que la fotografía ha explorado con la intención de representar al espacio y por consiguiente a la arquitectura, ha sido, como en el caso del alemán Thomas Struth, aumentando considerablemente las dimensiones de la imagen impresa al grado de semejar la inconmensurabilidad del medio en que nos movemos; otro de estos caminos es el inverso o contrario, quiero decir, ajustar la representación fotográfica de la arquitectura a las posibilidades del medio y no al revés como lo hemos estado ejemplificando. Es decir, si la fotografía es bidimensional, entonces sólo puede representar dos dimensiones de la arquitectura, esto sin traicionar al medio ni a la arquitectura. Lo plano de las construcciones son sus superficies, la disposición de planos que luego son los que generan un nuevo espacio. De estos planos, se pueden obtener tipologías y de las tipologías estilos y de los estilos corrientes y de las corrientes tendencias ideológicas, económicas, sociales, políticas, epocales, físicas, geográficas, climatológicas, etc., etc., es decir, la fotografía entendida de esta manera puede prestar un servicio inmejorable a la arquitectura. El caso más extremo de esta otra posibilidad, el mejor ejemplo de lo mucho que se puede obtener de proceder de esta otra manera, es el trabajo desarrollado por la pareja formada por Bernd (1931-2007) y Hilla Becher (1934). Nadie como ellos para haber establecido no únicamente un modo de trabajar la arquitectura, sino una clase de fotografía que trasciende con mucho el aspecto edilicio.
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