Una de las características más interesantes del los "mexicanismos" contemporáneos es su carácter o mejor dicho aún, su talante paródico, el hallar en cada una de las imágenes canónicas de nuestra nacionalidad, la pose, la actitud, el gesto exacto en donde pierde su peculiar solemnidad y se convierte en una máscara contrahecha de sí misma. El ejemplo me parece claro en esta pintura de Javier de la Garza de 1991, Llorar y suspirar. ¿Qué tanto esta fue su actitud, exponer, descarnar estas imágenes para luego volver a armarlas, para desecharlas de una vez y para siempre, para no volver a ser su víctima? o ¿qué tanto se debió cinicamente a un deseo por llamar la atención del mercado y darles imágenes recicladas que eran de fácil aprehensión? Creo que el debate continúa abierto, mas lo que me parece es cierto es que a fines del siglo pasado imágenes como esta de de la Garza, se convirtieron en una novedad que a todos, crédulos e incrédulos, les llenó el ojo.
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