Rogier van der Weyden. Deposición, 1435
El arte religioso, más allá de haberse válido de imágenes y escenas de horror y de dolor para sus propios fines, también nos proveyó de aquellas que representan un gusto bien definido, uno que aceptaba al dolor como parte de un complejo sistema de creencias a través de las cuales la redención, así como el sacrificio, tomaban forma. En este sentido las imágenes del propio Hijo de Dios, torturado y muerto como cualquier otro mortal, nos dejan ver cómo durante el Renacimiento se llegó a un acuerdo mediante el cual estás representaciones se volvían simbólicas en tanto dejaban de hacer ver la parte carnal, humana del dolor físico.Representaciones como la que vemos lejos estaban de insensibilizar a los fieles creyentes, antes al contrario, cada uno de ellos aprendía, según las circunstancias en que se encontrara, a identificarse con el dolor, real, de cada uno de los personajes que entraran en la composición.
(Imagen: wwwcgfaonlineartmuseum.com)
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