martes, 29 de enero de 2013

Palabras y aplicaciones

  
 
Todos comprendemos, e incluso algunos aceptamos, que la realidad se crea conforme vamos teniendo palabras, nombres, denominaciones para las ideas, los objetos, situaciones, personas u otros seres vivos con los que entramos en contacto; tan rica y variada será nuestra realidad como lo sea la cantidad de palabras, el vocabulario que empleemos para referirnos a lo que la conforma.

         Toda palabra tiene dos momentos, el de su creación y el de sus sucesivas aplicaciones, puesto que no se trata de un fenómeno sincrónico, se va abriendo una distancia, cada vez mayor, entre el significado original de la palabra (su momento de creación) y su última aplicación, situación normal que no acarrea ningún problema, pero que en ocasiones pone en evidencia que deja de haber correspondencia entre uno y otro momento: la palabra deja de describir o dar significado porque aquello a lo que se refiere ya es otro; no obstante, por evidente que sea, es muy complicado dejar atrás palabras, nombres, conceptos, para ir en busca de aquellos que den lugar a nuevas realidades, por lo que lo común es arrastrar las mismas palabras por tiempo indefinido.

         Un precioso ejemplo de esta situación nos lo ofrece la serbia  Marina Abramovic. En breve se  estrenará en España la película  Marina Abramavic. The Artist is  Present  del director Mathew Akers,  cinta que presenta a la artista mientras preparaba, en el 2010, su exposición retrospectiva en el  MOMA de Nueva York. Del trailer del  documental, extraemos la siguiente declaración que es tan insólita como maravillosa: “Tengo 63 años. No  quiero seguir siendo alternativa”.  Tal cual, son muchas las lecturas e interpretaciones que se le pueden dar,  incluso se podría escribir una tesis con base en ella. Mas de entre este pozo de significados e implicaciones, rescatemos al menos uno que venga al caso con lo que  estamos tratando.

         Según Abramovic, desde hace por lo menos 40 años es  considerada una artista alternativa,  ya que el medio que emplea para    crear, para expresarse, es tan  “nuevo”, tan inédito, que aún no tiene cabida entre las manifestaciones artísticas "normales". ¿Cómo es posible que después de este tiempo en el que se han multiplicado los trabajos de Performance y otros medios, no tengamos otra manera de referirnos a ellos que no sea la de “alternativos” (no digamos en español en dónde ni siquiera contamos con un término que lo traduzca adecuadamente)?

         Quizás hace 40 años, cuando se presentaba por primera vez la Abramovic, o Allan Kaprow desarrollaba sus primeros Happenings, podrían denominarse productores alternativos, o decir que sus obras eran alternativas, pero hoy día, referirse a estos trabajos de tal manera resulta una equivocación o un absurdo.

         Me parece claro y justo el reclamo de Marina Abramovic, a sus 63 años resulta ridículo tomarla por productora alternativa o seguir llamando a su obra de tal manera, cuando en realidad debería estar considerada, como de hecho lo está, entre las productoras más importantes del siglo XX, sin ningún otro tipo de adjetivo.

         ¿Pero si Abramovic y muchos otros como ella, dejan de ser alternativos, a qué le llamaremos de esta manera?

         Si el término no ha sido capaz de actualizarse o si aquello por lo que se acuñó evolucionó de tal manera que ya no puede seguir siendo identificado por él (como hemos visto sucedió con Abramovic), creo que lo mejor sería olvidarlo y buscar una nueva denominación para las obras que se están produciendo en este momento con nuevos medios. Dejemos pues lo alternativo para lo que lo fue en su momento y a lo que está sucediendo ahora llamémosle de otra manera, que palabras no han de faltar, pero no sigamos cometiendo el error de por querer ser muy contemporáneos, muy nuevos, recurrimos a términos que por atractivos que parezcan, ya han agotado los objetos, las situaciones, e incluso las ideas a las que originalmente estuvieron asociados.
 
Publicado originalmente por Milenio Diario

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