Todos comprendemos, e incluso algunos aceptamos, que la
realidad se crea conforme vamos teniendo palabras, nombres, denominaciones para
las ideas, los objetos, situaciones, personas u otros seres vivos con los que
entramos en contacto; tan rica y variada será nuestra realidad como lo sea la
cantidad de palabras, el vocabulario que empleemos para referirnos a lo que la
conforma.
Toda palabra
tiene dos momentos, el de su creación y el de sus sucesivas aplicaciones,
puesto que no se trata de un fenómeno sincrónico, se va abriendo una distancia,
cada vez mayor, entre el significado original de la palabra (su momento de creación)
y su última aplicación, situación normal que no acarrea ningún problema, pero que
en ocasiones pone en evidencia que deja de haber correspondencia entre uno y
otro momento: la palabra deja de describir o dar significado porque aquello a lo
que se refiere ya es otro; no obstante, por evidente que sea, es muy complicado
dejar atrás palabras, nombres, conceptos, para ir en busca de aquellos que den
lugar a nuevas realidades, por lo que lo común es arrastrar las mismas palabras
por tiempo indefinido.
Un precioso ejemplo
de esta situación nos lo ofrece la serbia Marina Abramovic. En breve se estrenará en España la película Marina
Abramavic. The Artist is Present del director Mathew Akers, cinta que presenta a la artista mientras
preparaba, en el 2010, su exposición retrospectiva en el MOMA de Nueva York. Del trailer del documental,
extraemos la siguiente declaración que es tan insólita como maravillosa: “Tengo
63 años. No quiero seguir siendo
alternativa”. Tal cual, son muchas las lecturas
e interpretaciones que se le pueden dar, incluso se podría escribir una tesis con base
en ella. Mas de entre este pozo de significados e implicaciones, rescatemos al
menos uno que venga al caso con lo que estamos
tratando.
Según Abramovic, desde hace por lo menos
40 años es considerada una artista
alternativa, ya que el medio que emplea
para crear, para expresarse, es tan “nuevo”, tan inédito, que aún no tiene cabida
entre las manifestaciones artísticas "normales". ¿Cómo es posible que
después de este tiempo en el que se han multiplicado los trabajos de
Performance y otros medios, no tengamos otra manera de referirnos a ellos que
no sea la de “alternativos” (no digamos en español en dónde ni siquiera contamos
con un término que lo traduzca adecuadamente)?
Quizás hace 40
años, cuando se presentaba por primera vez la Abramovic, o Allan Kaprow desarrollaba
sus primeros Happenings, podrían
denominarse productores alternativos, o decir que sus obras eran alternativas,
pero hoy día, referirse a estos trabajos de tal manera resulta una equivocación
o un absurdo.
Me parece
claro y justo el reclamo de Marina Abramovic, a sus 63 años resulta ridículo
tomarla por productora alternativa o seguir llamando a su obra de tal manera,
cuando en realidad debería estar considerada, como de hecho lo está, entre las
productoras más importantes del siglo XX, sin ningún otro tipo de adjetivo.
¿Pero si
Abramovic y muchos otros como ella, dejan de ser alternativos, a qué le
llamaremos de esta manera?
Si el término
no ha sido capaz de actualizarse o si aquello por lo que se acuñó evolucionó de
tal manera que ya no puede seguir siendo identificado por él (como hemos visto
sucedió con Abramovic), creo que lo mejor sería olvidarlo y buscar una nueva
denominación para las obras que se están produciendo en este momento con nuevos
medios. Dejemos pues lo alternativo para lo que lo fue en su momento y a lo que
está sucediendo ahora llamémosle de otra manera, que palabras no han de faltar,
pero no sigamos cometiendo el error de por querer ser muy contemporáneos, muy
nuevos, recurrimos a términos que por atractivos que parezcan, ya han agotado
los objetos, las situaciones, e incluso las ideas a las que originalmente
estuvieron asociados.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
(Imagen: http://theperformanceclub.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario