Contra los augurios y cientos de horas que los canales de
televisión dedicaron a las supuestas profecías mayas acerca del fin del mundo,
llegamos al 2013 y aquí seguimos. No, no se acabó el mundo y cada quien habrá
aprendido algo de este suceso que como quiera movió al mundo.
Ya que no se acabó es buen
momento para repasar aquellas cosas que sí podríamos hacer para convertirlo en
un sitio ¿mejor?, además aprovechemos que es el primer día del año, que nadie
nos lee ahora, para dibujar los buenos propósitos que pueden alimentar el resto de los 364 días
que tenemos por delante.
Recordemos una
nota antes de plantear lo que creo se necesita hacer para modificar, el entorno
correspondiente a las actividades culturales de la ciudad. La designación de
Rafael Tovar y de Teresa a la presidencia del CONACULTA, que quizás sea un
revivir de los muertos, pero en este caso hay la experiencia, la autoridad y
reconocimiento suficientes como para asegurar algo más que en las presidencias
anteriores. El riesgo es que se vuelva puro ornato, fasto, con un perfil
mediático, que no asegura, por ejemplo, la creación ni el ejercicio de una
política cultural a nivel nacional.
Cada vez parece
más lejano el que se pueda volver a
implementar una política federal de este tipo, no sólo por la red de intereses
que habría que desbaratar, sino por la variedad de manifestaciones que cada
estado, municipio, y zona del país ha generado, genera y generará como materia
viva que es, por lo que hacer un plan global parecería más bien una insensatez. Por tanto, quizás lo mejor sería
apoyar los esfuerzos locales, los que tienen contacto directo con los públicos
y los productores, para entender y
actuar en el cómo y con qué se les pueden reforzar.
Al margen de lo
anterior, la tarea más importante que tenemos por delante y que sí podría
convertirse en un tema nacional es el convencimiento sobre los beneficios que tiene
la inversión en el campo de la cultura. Creo que una gran mayoría apoya este
tipo de inversión y a pesar de ello, año tras año vemos como los presupuestos
federales, estatales, municipales, reducen sus cuotas en este renglón, dejando
a las instituciones sólo con lo imprescindible para su mantenimiento y el pago
de sus nóminas que no siempre están justificadas.
Parece que los
únicos en verdad convencidos del beneficio
que trae consigo un sector cultural fuerte, incluyente, productivo, son quienes
trabajan en él. Mucho se ha dicho sobre el deterioro del tejido social, o de la
violencia que asola al país, por sólo mencionar dos tema que son nodales para su
desarrollo, sin mencionar al turismo, la imagen en el exterior, el comercio,
los incentivos fiscales que pueden beneficiar a las empresas privadas, el
desempleo, etc., y seguimos sin convencer que uno de los caminos a seguir para
alcanzar estas metas es, precisamente, invirtiendo en las actividades
culturales.
Así las cosas,
creo que el reto más grande de este año que inicia así como del futuro mediato,
debe ser el convencer a la sociedad en conjunto de apoyar las inversiones que
desde los distintos niveles de gobierno y de la iniciativa privada se puedan
llevar a cabo en este terreno hasta convertirlas en una práctica común de la
que todos salimos beneficiados. De no hacerlo, de no lograr este
convencimiento, no sólo se pueden agravar los problemas ya mencionados, sino
que iremos abandonando espacios que ocupará la producción más ramplona (y hablo
de todas las manifestaciones), menos comprometida, más ornamental, más
comercial, más supuestamente exclusiva, dirigida a grupos minoritarios
totalmente desvinculados a su comunidad, su historia, sus raíces.
Convencer a la
sociedad de que vale la pena invertir en la cultura es el gran reto, pero este
no se podrá llevar a cabo si antes no estamos seguros de que mayor inversión
significa más trabajo y más trabajo es atención al público, ahí es donde
termina y principia todo este proceso.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario