jueves, 17 de enero de 2013

De accidentes y fallos II

Nuestro siguiente ejemplo de cómo es que los fallos se convierten en aspectos positivos es el muy conocido caso de los retratos de Julia Margaret Cameron, como sería este Estudio de Julia Stephen de 1864. Los largos tiempos de exposición que insistía en manejar, más la cercanía con la que trabajaba, provocó que buen parte de su obra aparezca ligeramente movida y/o sin el foco adecuado. En primera instancia ambos aspectos debieron llevarla a rechazar y quizás hasta destruir las placas que mostraban claramente que ahí había un error. No obstante, algo debió ver en ellos que hizo no sólo que los conservará sino que persistiera en su manera de proceder e hiciera de sus imágenes una de las galerías más interesantes de la segunda mitad del siglo XIX. Pero cuidado, los éxitos y reconocimientos que ha alcanzado la obra de la Cameron no significa, de ninguna manera, que toda fotografía, todo retrato, que presente esta clase de fallo, sea igual de portentosa que las de la inglesa.
 

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