Entre lo que heredamos y aprendimos del siglo XX, está la desconfianza y rechazo a los sistemas nominalistas, por ello es que me pregunto si tiene caso sostener denominaciones como la de “arte emergente”, la cual tal vez funcionó allá por fines de los 70’s, cuando era necesario romper con los callejones sin salida a que habían conducido las Vanguardias, con las estrecheces de la tradición, y los intereses del mercado. Pero hoy día, cuando todo eso se ha relativizado, ha mutado a otras formas y procesos, con otra clase de actores y expectativas, ¿seguirá funcionando igual? ¿O da lo mismo el nombre que se le de? Valga esta digresión para entrar a la Bienal Nacional de Arte Emergente, Monterrey 2010, que se presenta en la Nave Generadores del Centro de las Artes del CONARTE.
Hacia rato que no me tocaba ver una cédula de inicio tan propia, mensurada, informativa y correcta como con la que abre la exhibición. Todo lo contrario a la aclaración de Rubén Ortiz-Torres, uno de los jurados, que más que una reflexión válida o una aportación sustanciosa al evento, parece producto de un berrinche. Es verdad lo que afirma “… lo que importa no es que el arte emerja sino que funcione”, pero para que lo haga, para que realmente funcione, se requiere de todo lo demás que parece estorbarle a Ortiz-Torres.
Y ya que tocamos el tema de los jurados, agrego que aún y cuando no acostumbro dudar ni criticar las acciones de quienes tienen que cumplir con esta tarea, en esta ocasión sí expresaré mis dudas respecto a una de las piezas de adquisición, la de Jesús Azpitarte, Doble masa, toda vez que según lo declarado los jurados están conscientes de que las obras que se adquieran pasarán a formar parte de la colección del estado, por lo que proceden teniendo en mente su enriquecimiento, lo que me permito cuestionar en este caso. Además, si lo comparo con otras obras también de adquisición, por ejemplo el políptico de Rosa Luisa García, Ana, una pieza inteligente, quizás un poco escolar, pero correctamente realizada y presentada, hay razones de más, creo, para pensar que el trabajo del Sr. Azpitarte, no tendría por qué estar aquí, o mejor dicho no tendría por qué incorporarse a la colección del estado.
De los productores de Nuevo León que participaron y fueron seleccionados, me parece que destacan los dibujos de Laura Lucía Ferrer y las mixtas de Jessica Salinas.
Curiosamente hay poca fotografía y video, y el mejor de estos Aluciencitas del regio Proceso inútil, está pésimamente colocado. Desconozco si en el envío original habían más ejemplares de estas disciplinas, si los hubo debieron ser de muy limitada calidad, lo que insisto es curioso dado que en eventos similares por lo general hay una buena cantidad de obras de estos medios y si no son maravillosas o fuera de serie, sí aceptables y de buena factura.
Sigue siendo un problema a resolver las piezas que incorporan sonido, es decir, su museografía plantea un reto interesante pues sin lesionar la integridad de las piezas se debería hacer algo para aislar o detener el sonido, máxime cuando no hay espectadores, y los únicos que lo sufren son los custodios que han de acabar con dolor de cabeza después de haber estado expuestos todo el día al sonido incesante de esas piezas.
Emergente se puede leer como algo que va naciendo, saliendo a la luz, pero también como que requiere atención inmediata, ninguna de las dos acepciones me satisface. Prefiero coincidir con el jurado, cuando afirma que estos eventos son un buen termómetro para saber qué están haciendo los productores nacidos entre 1972 y 1992, el grupo de edad más pujante y numeroso. Si es así y por lo presentado, ni están iniciado, ni requieren de más atención que la que ya han ganado, simple y sencillamente son buenos representantes de lo que se hace en este momento en gran parte del país y eso me parece es más que suficiente para identificarlos.
Publicado originalmente por Milenio Diario.
Ver también: www.artes2010.wordpress.com
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