martes, 14 de diciembre de 2010

Dineros


Se ha hecho práctica mundial que cada que se pasa por una crisis financiera como primera medida de austeridad se busque —y la mayoría de las veces se logre— una reducción significativa del presupuesto dedicado a la cultura y las artes. Se tiene la falsa impresión de que una ciudad, un estado o un país, puede prescindir de los servicios y actividades culturales. A corto plazo es muy probable que, efectivamente, parezca que no sucede nada al quitarle recursos a este sector, mas a la larga, los efectos son devastadores; la cultura y el arte son transmisores de valores y una comunidad que los desconoce… bueno, por desgracia, ya sabemos a qué conduce.
Desconozco que pueda ser lo que motive a algunos de nuestros diputados locales a cuestionar el magro presupuesto que el estado le otorga, por medio del CONARTE, al Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, MARCO, o lo que se acordó recibiría por parte del Municipio de Monterrey.
Quizás fuera de contexto pudiera parecer que se trata de enormes e injustas cifras, sin embargo, si las viéramos en función de los costos que representa el mantenimiento y operación de una instancia como lo es el MARCO y que además ofrece un servicio público, a favor de la comunidad, resultaría que la participación oficial es reducida o, proporcionalmente, por debajo de lo que la institución recibe de otros fondos y fuentes del sector privado.
Pero no se trata de ver quién pone más o quién pone menos, la discusión, creo, debería centrarse en qué se puede y debe hacer para proteger los presupuestos que se destinan a la actividad cultural y artística, independientemente de cuál o cuáles sea las bolsas de las que salen. Crisis financieras seguirá habiendo y quizás con más frecuencia de lo que quisiéramos (los efectos de la globalización), así que convendría centrarnos en este punto en lugar de debatir si a instituciones como el MARCO se les debe o no quitar el apoyo público que reciben.
En México, como en otros países de América del sur y Europa, el estado es quien se ha encargado del impulso, creación, sostenimiento y operación de la mayoría de las instituciones culturales (museos, escuelas de artes y oficios, compañías de teatro y danza, orquestas, becas, centros literarios, bibliotecas, etc.), se considera que esta es una de de las tareas que debe llevar a cabo cualquier gobierno. Así operó en nuestro país, aproximadamente, de los años 20 a los 70’s del siglo XX. En esta última fecha, la iniciativa privada empezó también a fundar y sostener instituciones culturales, siendo, por cierto, el Museo de Monterrey uno de los primeros sino es que el primer museo en México soportado por una empresa privada. Durante el mandato de Salinas de Gortari, (1988-1994) con la creación del CONACULTA y el FONCA, el estado aceptó oficialmente la coparticipación del sector privado en esta que había sido una de sus funciones exclusivas. Con este paso, se aligeró la carga para el gobierno y los presupuestos oficiales pudieron tener mejor destino y resultados. Desde entonces este modelo de participación mixta parece ser el más adecuado.
Como comenta un amigo, si se tiene duda del destino de los recursos que se le asignan al MARCO, se le puede solicitar un informe anual de transparencia en donde se especifique qué hizo con ese dinero, o bien establecer otro tipo de relación como el firmado por el Municipio de Monterrey, que intercambió el apoyo económico por visitas gratuitas para los colegios de la ciudad. Existen, soy de la opinión, cientos de maneras de obtener más provecho de esos recursos, es cosa de planearlas y diseñarlas entre el CONARTE y el MARCO, lo importante, me permito insistir, no es reclamar este dinero como si fuera propio, sino hacer lo necesario para que el presupuesto del CONARTE no sólo se vea aumentado sustancialmente, sino que se impida se pueda hacer uso de él para otros fines como ya nos ha sucedido en administraciones pasadas.

Publicado originalmente por Milenio Diario.

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