Parte importante de la herencia que hemos recibido, al menos así lo considero, es el desarrollo de nuestras ciudades. Como muchas otras en cualquier lugar del mundo, son caóticas, erráticas e imposibles de controlar, cada una con su muy particular problemática, cada cual con sus soluciones igualmente singulares. Pero a pesar de ello y de sus gobernantes, las ciudades posee una dinámica que las hace únicas y conforme avance el siglo cada día irá quedando atrás la imagen de una provincia pobre, abandonada, lenta e ignorante. Las ciudades y más las de tamaño medio están llamadas, sin duda, a conformar en este país nuestra herencia para el futuro.
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