Con todo y pertenecer a una estética particular con la que no forzosamente se tiene que estar de acuerdo, las pinturas-cromo de Jesús Helguera bien sirven para representar lo que en esta última entrega de esta serie me interesa declarar. La mejor herencia que pude haber recibido es la de ser mexicano, o si se prefiera el haber nacido en este país, con su pasado y sus paisajes, su historia, ciudades y pueblos, pero sobretodo con su gente. No tenemos una herencia con más valor que los mismos mexicanos. No hay mucho más qué decir; sobre cómo somos han corrido ríos de tinta, sobre nuestros muchos y graves defectos, pero también sobre nuestras cualidades. Hoy más que nunca se necesita reafirmar que a pesar de los pesares, los mexicanos habremos de salir adelante.
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