martes, 22 de noviembre de 2011

Una muestra

En esta ocasión dividiré en tres partes mi comentario. Hablaré sobre el recién inaugurado Salón de Noviembre de Arte, A.C. (nov.16); sobre qué es lo que hace que una obra como la de Baldomero Hernández obtenga en este evento el Premio Liverpool 2011; y, finalmente, sobre el mismo Salón que es, con mucho, el más antiguo de la ciudad. Antes de iniciar aclaro que estos comentarios resultan de conversaciones que sostuve a raíz de la inauguración de la exposición, son, por tanto, una especie de resumen de lo ya dicho.
            Si no me equivoco la primera denominación que tuvo este salón fue la de Salón Monterrey y desde mediados de los años 50, Arte, A.C. lo ha mantenido a diferencia de otras muestras que ha ido modificando. Sostener un evento por tanto tiempo me parece loable y habla de que la institución reconoce su papel como decano de las galerías en la ciudad. Si bien es cierto que el nuevo esquema que han seguido para invitar a productores a participar en sus exhibiciones les ha funcionado relativamente bien, igual es cierto que por la importancia de este salón se  podrían implementar otras  estrategias, pues no es posible  que entre 8 pintores esté representado el quehacer de esta  disciplina en la ciudad.
            A diferencia de otros comentarios, en lo personal la exhibición no me parece ni mejor ni peor que muchas otras, es más, me inclino a su favor, pues la entiendo como una propuesta, y por tanto una lectura, de una muestra de un cierto tipo de pintura que se práctica en Monterrey, una práctica, por lo que se ve, bien cultivada y sin ánimos de ser abandonada o cuestionada.
Una buena parte de las posibilidades de desarrollo que tiene la pintura icónica o mimética, está representada por estos trabajos y como se ve se presta a múltiples giros, de lo simbólico a lo paródico, de lo naturalista a lo pictórico, de lo representacional a lo deconstruido, todo ejecutado con capacidad y talento variable, lo cual es exactamente lo esperado en cualquier muestra colectiva.
            Sin embargo y pesar de sus posibilidades, no deja de sorprender la vigencia de este tipo de pintura, no sé si deba a su estrecha relación con la imagen fotográfica o si es porque cumple con las expectativas del público en general. Es decir, la práctica continuada de este tipo de pintura se debe más a que satisface las necesidades de iconicidad que tenemos que a una real exploración de lo que puede y no puede lograrse con este medio, con la pintura.
            ¿Cómo se puede contestar correcta, objetiva y justamente, a la pregunta de por qué ganó el Salón de Noviembre la pieza de Baldomero Hernández, Tronco. De la serie Lección de anatomía. 2011?, si digo que es la mejor ejecutada ¿satisfago la curiosidad de quien me pregunta; hago justicia a la pintura de Baldomero; no traiciono el juicio del jurado? No creo que quien me pregunte por qué ganó quede contento con esta respuesta; por supuesto no hago justicia a la obra del pintor que si bien tuvo presente el valor de la ejecución no era su perfección la que estaba persiguiendo cuando decidió pintar estos troncos; y espero que el juicio del jurado haya tomado en cuenta muchos otros aspectos más importantes para premiar la obra Hernández antes que su ejecución.
            Esta situación lo único que me confirma es que el Arte, así con mayúscula, es mucho más complejo que su sola apariencia o imagen. Como vemos, el hecho de poseer una ejecución perfecta no es suficiente para explicar por qué gana o no una pieza. Una pintura, una escultura, un grabado, un dibujo, debe ser algo más, durante años ese algo más fue su contenido narrativo; hasta hace poco su aspecto formal, en la actualidad, quizás, su capacidad de simbolizar. Como sea, si le espera larga vida a la pintura en general, a este tipo de representación con mayor razón pues por incomprensible que sea el puro valor de su ejecución siempre será suficiente sobre cualquier otra posibilidad.

Publicado originalmente por Milenio Diario




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