La semana anterior apunté que era común que espacios que presumen tener galería y actividades relacionadas con ella, en realidad ocupan esas salas con otras actividades sin importar si han hecho pública la apertura de alguna exposición y tienen público interesado en conocerla.
Pero así como existen esos espacios, hay otros que, por fortuna, apuntan en dirección contraria y demuestran que se puede tener un espacio digno, respeto por los visitantes y quienes presentan sus trabajos, y un programa de actividades consistente, congruente y permanente, lo que es, sin duda alguna, mucho y muy bueno. Este es el caso de la Alianza Francesa, por lo menos en sus instalaciones de San Pedro, en donde acertadamente han encontrado el tipo de obra que mejor les va —fotografía, obra sobre papel— y que, por otra parte, requiere de promoción al no haber otros espacios que se especialicen en ella; así no sólo tienen una serie de exhibiciones que siempre resultan interesantes sino que cumplen con una labor cultural importante para la comunidad al dar a conocer obra y productores que por lo general no son difundidos.
Abro un brevísimo paréntesis. Me parece muy curioso que las principales representaciones diplomáticas teniendo presencia en la ciudad, ninguna de ellas tenga un programa de promoción cultural permanente (salvo el Centro Cultural Alemán que no depende de la embajada, como tampoco la Alianza Francesa), quizás se les haya olvidado que también las actividades culturales son parte valiosa de su labor, pero en fin, cada quien sabe su negocio y por qué hacen o dejan de hacer esto o aquello.
La exposición más reciente en la Alianza Francesa, es el resultado de su colaboración con la revista Cuartobscuro, la cual, a su vez, convocó en el 2010 a su Concurso de Fotografía, bajo el tema de la Herencia de la revolución, actividad inserta, como se supondrá, en los festejos del 100 aniversario del movimiento revolucionario en México. Así que esta muestra es una selección de las obras ganadoras y algunas otras que las acompañan, dando por resultado un total de 24 imágenes.
El tema sin duda, además del interés que por sí mismo pueda tener, merece un meditada reflexión y sobretodo una acertada traducción en imágenes, o mejor dicho, requiere, demanda, de ciertas imágenes que sean capaces de mostrar, de ilustrar, de ejemplificar o materializar, esa herencia que supuestamente debiera ser patrimonio de todos los que somos mexicanos, y lo primero que se debe hacer es tener muy claro cuál es esa herencia (si es que la hay o la hubo).
Lo que podemos ver en la muestra, y si nos limitamos a los tres premios que se otorgaron (Abel Gastón Saldaña; Ángel Froilán Flores, y Elideth Fernández Villegas. De Matamoros, Puebla y el Distrito Federal), es una visión muy estrecha de lo que pudiera ser la famosa herencia, la visión que quizás hasta más se hayan empeñado en difundir propios y extraños, es decir la de la revolución fracasada, traicionada, e inacabada, que sólo cambió unas cosas por otras: el campo más empobrecido, los campesinos convertidos en consumidores voraces de comida chatarra, los ex-combatientes o sus descendientes abandonados, la gesta convertida en una simple fecha festiva, etc.
Así las cosas, la exposición me invita a repasar varios rubros, por un lado, este tipo de concursos que bien sabemos no siempre participan en ellos los mejores o con más experiencia; por otro, las imágenes que se presentan, en espacial las que ganaron el primer lugar, el abuso del recurso tecnológico que termina por ofrecer imágenes artificiales sin ningún impacto. Y sobre el tema, la Herencia de la Revolución, lo poco que sobre él sabemos, la limitada idea que nos hemos creado del mismo, y todo por el abuso al que se le ha sometido; qué lástima que sólo veamos hasta ahí, pues de pensarlo bien, seguro nos daríamos cuenta de cuánto vale hoy día, la herencia recibida.
Publicado originalmente en Milenio Diario.
Ver también: http://www.artes2010.wordpress.com/
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