Debo este recordatorio a Oscar Estrada quien apunta acertadamente que hace un par de años Miroslav Tichy (1926-2011) se convirtió en la estrella del mundo de la fotografía, más aún, en el mundo de las principales galerías y de los círculos comerciales más exclusivos; el transtornado vagabundo fue, de la noche a la mañana, la celebridad que todos comentaban y festejaban. Sin embargo, sigue diciendo Estrada, su muerte, ocurrida a princpios de este año, apenas si mereció algún obituario, uno que otro recordatorio perdido entre las lujosas páginas de las revistas en que se dio a conocer su obra, quizás una mención en alguna sección cultural de un periódico local. Qué desgracia que ni aún la muerte puede garantizar la inmortalidad del recuerdo de la persona, tan sólo lo material pervive, para muchos eso ya es suficiente.
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