Recordamos el deceso de Lucien Freud (1922-2011), uno de los últimos grandes pintores del siglo XX que encarnó a la perfección la imagen esterotipada del artista burgués, que tiene que luchar hasta en contra de su propio genio para escapar de las ataduras con que la sociedad insiste en retenerlo. Si bien esta imagen en muchos productores se convirtió en pose, en el caso de Freud, parece fue cierta y qué mejor prueba que su propia obra; ningún espejo podría haber reflejado mejor la tortuosa personalidad de este gran pintor. Ojalá en la muerte haya encontrado la paz que no tuvo en vida.
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