Mina de oro a cielo abierto Serra Pelada, Brasil. 1986
Uno de los fotógrafos más aclamados de los últimos tiempos lo es sin duda el brasileño Sebastian Salgado (1944- ), ganador del prestigioso premio Hasselblad en 1989. Salgado se formó como autodidacta y se puede decir que llegó tarde a la fotografía, en 1973 cuando abandonó su trabajo en la Organización Internacional del Café, para entregarse a su nuevo oficio. En 1979 pasó a formar parte del prestigioso grupo de fotógrafos de la Agencia Magnun, misma que dejó 15 años después, en 1994, para formar su propia empresa la Amazonas Images, cuyo objetivo es, entre otras cosas, representar su propio trabajo. Tiene en su haber por lo menos 7 libros dedicados a la presentación de su trabajo que se caracteriza por retratar, al derredor del mundo, a los más desgraciados (refugiados, exiliados, marginados, obreros explotados, etc.). Esta tendencia ha hecho que personajes de tanto peso como Susan Sontag o fotoreporteros del New York Times, lo critiquen acremente por considerar que se ha valido de la miseria de los demás para darse a conocer y alcanzar la fama, que en lugar de mostrar las miserias que ha visto en toda su crudeza e inhumanidad, ha buscado estetizarla, de tal suerte que al ver sus trabajos olvidamos la tragedia humana que representan y nos fascina su belleza formal, la precisión del trabajo, la presentación pulcra. Independientemente de cuál sea nuestra postura al respecto, lo cierto es que Salgado ha logrado que todos fijen su atención, aunque sea por un momento, en los miserables que retrata, algo de esa terribilitá quedará en la consciencia de los espectadores.
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