martes, 6 de abril de 2010

El manto de Turín




Desconozco las razones por las cuales las cadenas de televisión, en cualquiera de sus modalidades, se sienten obligadas a incluir en su programación temas relacionados con las celebraciones de la Semana Santa; piensan, creo, que de esta manera no pierden audiencia durante esta temporada e incluso, que hasta pueden ganar un poco más al mostrarse sensibles a las expresiones de fe de las personas. No tengo nada en contra de esto, cada quien programa lo que quiere y con lo que tiene, el problema empieza cuando no se tiene nada qué decir y aún así se empeñan en traernos la última noticia, el dato que sólo ellos poseen, el resultado aún fresco de la investigación que cambiará por completo nuestra concepción de tal o cual tema.



De un tiempo a la fecha cadenas que se supone eran o representan cierto prestigio por su seriedad y objetividad, National Geographic, Discovery Channel o The History Channel, han caído, cual más cual menos, en la difusión de una serie de programas más que dudosos, que si la historia de los siete pecados capitales, que si el efecto Nostradamus, que si el fin del mundo en el 2012, etc., etc. Más allá de la novedad y de querer ganar público, no entiendo cómo es que se prestan para la difusión de estos temas, pero en fin, ese ni es mi problema, ni es mi tema. Lo que sí me concierne es el programa que la semana anterior dedicaron a demostrar (¿?) cómo es que el manto sagrado de Turín, en realidad es obra de Leonardo da Vinci.


El programa planteaba, en síntesis, que la sábana santa pudo haber sido producida por Leonardo da Vinci quien habría recibido de la casa de Saboya propietaria del lienzo el encargo de falsificarla. Como se sabe, la última vez que el sudario se sometió a un estudio científico fue en 1988 y tuvo, entre otros fines, determinar, mediante el método del carbono 14, la edad del mismo. La respuesta fue contundente, la tela fue tejida entre 1260 y 1390, o sea es de origen medieval y por tanto no podría ser la que envolvió el cuerpo de Jesús. De aquí que se de por cierto (Discovery Channel) que se trata de un fraude y que su tarea haya sido encontrar quién pudo haber sido el autor de fraude tan trascendente, recayendo en Leonardo da Vinci (1452-1519) la autoría de lo que, de ser cierto, sería su obra más importante.


Como no se ha podido demostrar que la imagen que se encuentra en el sudario haya sido pintada, entonces, en voz de un “experto australiano que ha dedicado toda su vida al estudio de santo sudario” (¿?) ponen al descubierto que se trata de una imagen fotográfica impresa en la tela. Y claro, el único hombre capaz en ese tiempo de llevar a cabo tal hazaña no podía ser otro que Leonardo (lo raro es que en ningún texto se habla de que hubiera experimentado ya no con la cámara obscura, sino con las sales de plata como para haberse adelantado a Niepce y cía.) Pero la prueba “más contundente” que se ofrece de su autoría es que el rostro de la sabana de Turín, no es otro que el del pintor!!! No sólo coincide con su famoso autorretrato de 1512 (como con la Gioconda) sino también con la serie de dibujos de la cabeza que realizó para determinar las proporciones ideales. Así pues, Leonardo que según el programa era además un descreído y come curas, no sólo habría cometido el fraude más grande de la historia gracias a la fotografía, sino que en un genial y soberbio gesto él mismo se habría retratado en lugar del Crucificado.


Está bien que se quiera especular pero que se aclare que se trata de eso. El programa en cuestión no ofrece ni una sola prueba, de ningún tipo, sobre por qué se afirma que es una impresión fotográfica la imagen que aparece en el sudario (supongamos que fuera verdad ¿por qué en los diarios de da Vinci, en los que incluso abordó cuestiones de óptica, no hay ninguna referencia a la “fotografía”?). Como tampoco ofrece pruebas, más allá de opiniones de “expertos” totalmente desconocidos e ingeniosas manipulaciones digitales, sobre por qué este es el rostro de da Vinci. No se necesita ser un experto para darse cuenta de que se está faltando a la verdad, verdades a medias no hacen una verdad completa.


Qué lástima que el deseo de llamar la atención sea mayor que el de informar con la verdad; en este sentido estos programas son reflejo fiel de nuestra sociedad.
(Publicado originalmente por Milenio Diario)

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