martes, 20 de abril de 2010

TJ


Viviendo en una ciudad tan golpeada como esta, en dónde las crisis económica, política y de seguridad parece han echado raíces y amenazan con convertirse en parte de nuestra cotidianeidad, resulta más que positivo tener la oportunidad de salir, conocer otras ciudades, comparar y regresar. No se trata, por supuesto, ni de caer en aquello de mal de muchos, ni de crear o sostener una actitud prepotente o de superioridad, pues en términos de vida, no hay ninguna que sea superior a otra. La idea es, simple y sencillamente, aprovechar la oportunidad de tener una visión sobre lo propio desde otra perspectiva, una que sólo te puede dar el verlo desde el exterior, desde fuera.



El pasado fin de semana estuve en la ciudad de Tijuana, Baja California, no fue esta la primera vez que la visito, pero como si lo hubiera sido ya que entre el 2005, la vez anterior que estuve ahí y esta, la ciudad, lógicamente, ha cambiado; hoy me dio la impresión de ser más ciudad y no sólo un conjunto de construcciones y asentamientos más o menos irregulares, con una vida mucho más consciente de la tensión generada entre ser frontera, la población flotante que sostiene, el turismo, el comercio y los males de inseguridad que comparte con el resto del país, y, quizás lo más importante, con instituciones culturales que se han consolidado pero que además empiezan a crecer, logrando así enraizar el prestigio que la ciudad se ha venido ganando como polo cultural de importancia para la región y el resto del país.


Tal es el caso de El Cubo, las nuevas instalaciones del Centro Cultural Tijuana, que junto a la esfera de su planetario, la sala de teatro y el Museo de las Californias conforman un atractivo espacio multiusos que si es verdad en tiempos recientes se vio envuelto en una serie de problemas y protestas provocadas por la designación de su nuevo director, hoy día parece marchar sin mayores contratiempos, ofreciendo una serie de eventos de interés para la población y los visitantes a la ciudad, a la vez que recibe a un público deseoso por ampliar sus opciones de entretenimiento y diversión.


A tan sólo un año y medio de haber abierto sus puertas al público, El Cubo ahora recibe a la IX Bienal de Arte Monterrey-FEMSA que fue inaugurada el pasado viernes 16. Con este acto FEMSA cumple con uno de los objetivos de su bienal que es la de la promoción; llevar completa esta edición, es decir, 95 obras (entre pinturas, dibujos, fotografías, videos, arte objeto, instalaciones y esculturas) de 81 productores, es extender la posibilidad tanto de ser conocido, expuesto, en otros lugares, como que otros públicos puedan acercarse al panorama plástico del país creado por la selección que presenta la Bienal. Pero también es formar y mantener un vínculo con una institución que sin duda, al igual que la ciudad, seguirá creciendo, por lo que continuará siendo una plaza importante si de promoción cultural se trata.


Como si fuera una sentencia de Heráclito, podemos decir que una exposición nunca es la misma dos veces, y en este caso la Bienal que conocimos expuesta en las Salas I y II del Centro de las Artes, en las del Cubo, luce diferente, tanto como conjunto, como las piezas individuales. No sólo es distinta la ubicación de las obras por la museografía que se realiza, sino porque el espacio es distinto, así como la iluminación, la circulación, las cédulas y demás elementos que intervienen en un montaje. Afortunadamente, el equipo de trabajo con que cuentan estas instalaciones, jóvenes en formación y profesionales de muchos años, hacen que la diferencia entre una y otra exposición, no sea negativa, sino una renovada experiencia que permite tener una lectura igualmente distinta de lo expuesto.


Monterrey no es Tijuana ni tienen porque asemejarse, pero si me parece que nuestra ciudad podría convertirse en un proveedor cultural importante para su similar californiana, así como funcionar de escaparate de lo que allá se produce, e incluso como vía para acceder a otras ciudades y mercados. Afortunadamente la demanda por productos culturales ha crecido, los espacios que se están creando son cada vez más adecuados, y los equipos de trabajo más profesionales, hay ahí entonces un mundo de posibilidades de crecimiento de mutua conveniencia.
(Publicado originalmente en Milenio Diario)

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