Si su formación como pintor es importante para comprender y apreciar la obra de Henri Cartier-Bresson, no es menos interesante e igualmente influyente el trabajo que llevó a cabo como realizador cinematográfico. La relación entre la fotografía y el cine es casi obvia toda vez que ambos medios tienen el mismo origen, ya sea que lo veamos así desde un punto de vista estrictamente técnico (obtención permanente de imágenes por medio de una reacción fotoquímica), por su naturaleza (la imagen del fotograma) o teóricamente (en los dos casos se trata de índices), pero más allá de eso, cuando por ejemplo entra en juego la relación de escalas, la fotografía adquiere ese carácter espectacular que sólo el cine es capaz de proporcionar. Tal es el caso de la imagen que aquí presentamos, Sringar, Cachemira, de 1948; la composición y la relación de las figuras, entre sí y con el paisaje, le otorgan un carácter casi epopéyico, casi fílmico. Entre los documentales realizados por Cartier-Bresson podemos citar L'Spagne vivra (1938), Le Retour (1945) y California Impresions (1970), entre otras.
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