Sería interesante hacer una comparación diacrónica en la que se mostrara como los cambios técnicos, en este caso en las cámaras fotográficas, provocan, entre otros efectos, un incremento en el uso popular del medio; es decir, demostrar cómo cada cambio técnico trajo consigo un cantidad mayor de usuarios, al grado de que hoy día la cámara fotográfica, o lo que queda de ella, nos acompaña, podríamos decir, de manera permanente.
Esta gráfica, que presenta un saldo positivo pues ambas variables se van incrementando en el tiempo, podría acompañarse de otra, una que presentara los mismos cambios técnicos pero comparados con la calidad de las imágenes que hicieron posible. El resultado podría ser sorprendente ya que creemos que todo cambio tecnológico tiende a mejorar su antecedente, sin embargo en este caso la comparación saldría negativa, pues las alteraciones técnicas que hicieron más popular al medio, no trajeron forzosamente más calidad en las imágenes obtenidas, es más, las empobrecieron, tanto desde un punto de vista estrictamente técnico como si lo pensamos en términos de calidad o de su empleo en la comunicación visual.
Y es que popularidad nunca ha sido sinónimo de calidad, ni la facilidad para hacer algo ha llevado a mejorarlo. Advierto que no digo que no se pueda, posiblemente estén pensando en ejemplos que demostrarían lo contrario, pero por lo menos en el caso de la fotografía, por ahora, esto no ha sucedido sino todo lo contrario.
Hasta hace 15, 10 o menos años, la circulación de las fotografías se restringía a la prensa diaria o periódica, a la publicidad, libros especializados, galerías, museos, tiendas de artículos fotográficos, álbumes personales y no mucho más, quizás por medio de la venta clandestina en el caso de la pornografía. Si decimos que los cambios introducidos en las cámaras por la tecnología digital, convirtió a la fotografía en un medio totalmente popular, así tendríamos de afirmar que el Internet y sus aplicaciones han hecho de las imágenes su elemento natural, diría que sin ellas no existiría o tendría la aceptación de la que goza, por lo que a la facilidad de hacer fotografías habría que sumarle la de ponerlas en circulación, ambos aspectos ha provocado profundos cambios en la práctica de la fotografía.
Una visita rápida a blogs y páginas de redes sociales permite entender la profundidad y extensión de estos cambios. Si como he denunciado en otras oportunidades, hoy día vivimos en una iconósfera ensanchada y contaminada al máximo, no se debe a la producción profesional de imágenes, sino a la cantidad de ellas que generan, diariamente, los millones de aficionados o usuarios que mantiene el Internet.
Este fenómeno me parece digno de ser estudiado y analizado por las consecuencias que trae consigo, pero igualmente interesante es semblantear cómo es que esta popularización, este facilismo, este empleo y creación irrestricta de imágenes ha modificado también nuestro concepto de arte o de la fotografía artística para limitarnos a este tema.
Alcanzo a ver varias formas, pero de entre las más serias, encentro el haber incorporado estas imágenes, las producidas por aficionados, al sistema de evaluación, discriminación y circulación de la práctica profesional, o para decirlo en otras palabras, el haberlas “convertido” en imágenes artísticas, o más allá, tratar de hacer de su estética un ejemplo a seguir, un estilo incluso.
Este efecto lo entiendo de dos maneras. La primera es una especie de maldición, en su deseo por cerrar la brecha que separa el arte contemporáneo de la vida en la calle, termina siendo devorado por ella, indistinguible, por lo que deja de tener sentido pensar en él, ¿a quién le puede interesar el arte si muestra lo mismo que vivo diariamente? La segunda viene de que ante la enorme cantidad de imágenes que habría que procesar y clasificar, resulta más sencillo dejar pasar a todas y hacer que la historia ponga a cada cual en su lugar (si es que lo llega hacer).
Fácil, popular y arte, una triada nunca antes vista con la que hoy día tenemos que aprender a vivir.
(Publicado originalmente en Milenio Diario)
No hay comentarios:
Publicar un comentario