De la larga sesón que Irving Penn (1917-2009) sostuvo con Pablo Picasso (1881-1973) en 1957 en Cannes, Francia, esta imagen es la que finalmente escogió o escogieron entre ambos. Llama la atención por supuesto la composición centrada más que en la mirada, en el ojo, en el objeto anatómico del maestro español. Si observamos, la mirada incluso es triste, o mejor, melancólica, sentimiento que se refuerza por el personaje embozado, casi oculto al ver de los demás. No obstante, el ojo, ese ojo que le permitió cambiar el rumbo de la pintura del siglo XX, nos mira directamente, nos sigue, nos cuestiona; es la viva imagen del corazón delator de Edgar Alan Poe, es una fotografía inolvidable.
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