jueves, 8 de abril de 2010

La pintura II


Uno de los retratos más extraordinarios que se hayan tomado a un famoso es este Henri Matisse (1869-1954) captado en su estudio en 1944 por otro no menos famoso, Cartier-Bresson (1908-2004). Aquí sí que funciona aquello del  momento decisivo, pues el pintor parece encontrarse en el momento mismo en que hace un apunte de la paloma que lleva en la mano. Pero quizás más que ese gesto o instante captado por Cartier-Bresson, es el ambiente del estudio, el vestuario del pintor, la familiaridad de las aves y su docilidad, la intromisión misma a un espacio íntimo, reservado al trabajo y ajeno a la vida pública, lo que hace fascinante a esta imagen.

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